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Celebraron además la fiesta de las Enramadas, conforme a la ley escrita, ofreciendo diariamente los holocaustos acostumbrados, según la cantidad correspondiente a cada día, así como los holocaustos diarios y de luna nueva, los correspondientes a las fiestas sagradas del Señor, y los que alguien ofrecía voluntariamente al Señor. Desde el primer día del mes séptimo empezaron a ofrecer holocaustos al Señor, aun cuando el templo del Señor no se había comenzado a reconstruir.

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