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Los que estaban allí tenían miedo de los habitantes de los alrededores, pero eso no los detuvo. Construyeron el altar en su antigua ubicación y ofrecieron allí sacrificios al SEÑOR por la mañana y por la noche. Luego celebraron la fiesta de las Enramadas tal como está escrito. Ofrecieron el número exacto de sacrificios ordenado para cada día de la fiesta. Luego de eso, comenzaron a ofrecer los sacrificios que deben quemarse completamente cada día, los de Luna Nueva y los de todas las otras fiestas y días sagrados ordenados por el SEÑOR. La gente también comenzó a dar al SEÑOR otras ofrendas voluntarias.

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