¹⁴ Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,^[a] para alabanza de su gloria.

³⁰ No agravien al Espíritu Santo de Dios con el que fueron sellados para el día de la redención.

²³ Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo.

¹³ mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. ¹⁴ Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.

²⁶ Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos. ²⁷ Verán entonces al Hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria. ²⁸ Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención.