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Así es que me engrandecí más que cualquiera de los reyes de Jerusalén que me antecedieron, y sin embargo mantuve mi perspicacia de modo que pude evaluar todo esto. 10 Tomaba para mí cuanto se me antojaba, y no me privaba de ningún goce. Hasta en el trabajo arduo hallé placer. Este gusto fue en verdad la única recompensa de todas mis faenas.

11 Pero mirando cuanto había emprendido, me pareció tan inútil, como perseguir el viento sin que nada valiera realmente la pena.

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