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Esperar el clima perfecto nunca permitirá la siembra;
    y creer que lloverá todo el tiempo impedirá que se recojan las cosechas.

Así como no sabes cómo entra el espíritu en una criatura que está en el vientre de su mamá, así tampoco sabes lo que hace Dios, creador de todo.

Siembra en la mañana y vuelve a sembrar en la tarde porque no sabes cuál de las siembras saldrá mejor, si la una o la otra, o si ambas darán buen resultado.

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