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20 Echaste una mancha sobre tu honor
deshonrando tu lecho conyugal,
y atrajiste el castigo sobre tus descendientes
y la desgracia sobre tu familia.
21 Así la nación se dividió en dos partes,
y Efraín se convirtió en un reino rebelde.
22 Sin embargo, Dios no retira su amor
ni deja de cumplir lo que promete.
Por eso no aniquiló a los hijos de sus elegidos
ni destruyó la descendencia de los que amaba,
sino que a Jacob le dejó un resto,
y un retoño a la descendencia de David.

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