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18 Lo llamaban «amado de Dios»,
y llegó a amontonar oro y plata
como si amontonara plomo o estaño.
19 Pero tuvo una debilidad:
se dejó dominar por las mujeres.
20-21 Tan grande fue su pecado
que Dios se enojó con él;
dividió en dos su reinado,
y así castigó a sus descendientes.

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