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25-26 El campesino, tras el arado,
pasa el día entero abriendo surcos
y dando de comer a sus terneras.
El que anda arriando a los bueyes
no sabe hablar de otra cosa.
27 Lo mismo pasa con los albañiles,
que trabajan de día y de noche,
y con los que fabrican sellos:
con mucha paciencia hacen los dibujos,
procurando reproducir cada detalle,
y no duermen hasta terminar su tarea.
28 El herrero no aparta la vista
del hierro que está golpeando;
el calor del fuego lo hace sudar
y el ruido del martillo lo deja sordo;
pero no deja de mirar su modelo,
pues quiere terminar bien su trabajo.

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