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21-23 Hay otros que son sabios,
pero sólo ellos lo saben,
y hay otros que son sabios
y saben enseñar al pueblo;
por eso el pueblo les cree.

24-26 Dios bendice al hombre sabio,
y al verlo todos lo felicitan.
El pueblo confía en sus palabras,
y su buena fama es permanente.

Nosotros, los seres humanos,
vivimos muy poco tiempo,
pero el pueblo de Israel
nunca dejará de existir.

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