¹¹ »Pero si hay un hombre que odia a su prójimo, y acechándolo, se levanta contra él, lo hiere^[a] y este muere, y después él huye a una de estas ciudades,

¹² entonces los ancianos de su ciudad enviarán a sacarlo de allí, y lo entregarán en mano del vengador de la sangre para que muera^(A).

²⁸ Cuando las noticias llegaron a Joab, porque Joab había seguido a Adonías^(A), aunque no había seguido a Absalón^(B), Joab huyó a la tienda del Señor y se agarró de los cuernos del altar^(C). ²⁹ Y se le informó al rey Salomón que Joab había huido a la tienda del Señor, y que estaba junto al altar. Entonces Salomón envió a Benaía, hijo de Joiada^(D), diciendo: «Ve y atácalo^(E)».

³⁰ Benaía entró en la tienda del Señor y le dijo: «Así ha dicho el rey: “Sal de ahí”». Pero él dijo: «No, pues moriré aquí». Benaía llevó la respuesta^[a] al rey: «Así Joab habló y así me respondió». ³¹ Y el rey le dijo: «Haz como él ha dicho^(F); atácalo, mátalo y entiérralo, para que quites de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab derramó sin causa^(G). ³² El Señor hará volver su sangre sobre su propia cabeza^(H), porque él atacó a dos hombres más justos y mejores que él y los mató^(I) a espada sin que mi padre David lo supiera: a Abner^(J), hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa^(K), hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá. ³³ Su sangre, pues, recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia^[b] para siempre^(L); pero para David y su descendencia^[c], para su casa y su trono, haya paz de parte del Señor para siempre».

³⁴ Entonces subió Benaía, hijo de Joiada, lo atacó y lo mató^(M); y fue sepultado en su casa en el desierto^(N).