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Daniel en el foso de los leones

Darío tomó la decisión de constituir sobre su reino ciento veinte sátrapas que se encargaran del gobierno. Sobre ellos puso a tres gobernadores, a quienes los sátrapas debían rendir cuentas, para que los intereses del rey no se vieran afectados. Uno de los tres gobernadores era Daniel, aunque Daniel estaba por encima de los sátrapas y los gobernadores porque en él radicaba un espíritu superior. Incluso, el rey pensaba ponerlo a cargo de todo el reino. Por eso los gobernadores y los sátrapas buscaban la ocasión de acusar a Daniel en lo que tuviera relación con el reino, pero no podían hallarla, ni tampoco acusarlo de ninguna falta, porque él era confiable y no tenía ningún vicio ni cometía ninguna falta. Finalmente, dijeron: «Nunca vamos a hallar la ocasión de acusar a este Daniel, a menos que la busquemos en algo que tenga que ver con la ley de su Dios.»

Dicho esto, los gobernadores y los sátrapas se presentaron juntos ante el rey, y le dijeron:

«¡Que viva para siempre Su Majestad, el rey Darío! Todos los gobernadores, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes del reino han acordado por unanimidad pedir a Su Majestad que promulgue un edicto real, y que lo confirme, ordenando que cualquiera que en los treinta días siguientes demande el favor de cualquier dios o persona que no sea Su Majestad, sea arrojado al foso de los leones. Tenga a bien Su Majestad confirmar este edicto, y firmarlo, para que conforme a la ley de Media y de Persia, no pueda ser revocado.»

El rey firmó el edicto y la prohibición. 10 Y cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, abrió las ventanas de su alcoba que daban hacia Jerusalén, y tres veces al día se arrodillaba y oraba a su Dios, dándole gracias como acostumbraba hacerlo. 11 Pero aquellos hombres se juntaron y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios, 12 así que fueron ante el rey y, haciendo referencia al edicto real, dijeron:

«¿No es verdad que Su Majestad ha confirmado un edicto, el cual ordena que cualquiera que en los treinta días siguientes pida el favor de cualquier dios o persona sea echado en el foso de los leones? ¡A menos, claro, que pida el favor de Su Majestad!»

El rey respondió:

«En efecto. Y conforme a la ley de Media y de Persia, ese edicto no puede ser revocado.»

13 Al instante, ellos respondieron al rey:

«¡Pues Daniel, que es uno de los cautivos de Judá, no respeta a Su Majestad ni acata el edicto que Su Majestad ha confirmado! ¡Al contrario, tres veces al día pide el favor de su Dios!»

14 Cuando el rey oyó esto, se puso muy apesadumbrado y resolvió librar a Daniel. Hasta la puesta del sol hizo todo lo posible por ponerlo a salvo, 15 pero aquellos hombres lo rodearon y le dijeron:

«Su Majestad seguramente sabe que, según la ley de Media y de Persia, ningún edicto o decreto confirmado por el rey puede ser abrogado.»

16 El rey dio entonces la orden de que llevaran a Daniel al foso de los leones, y lo arrojaran allí. Sin embargo, le dijo a Daniel:

«El Dios a quien tú sirves sin cesar habrá de librarte.»

17 Enseguida trajeron una piedra y la pusieron sobre la entrada del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que la orden acerca de Daniel no fuera alterada. 18 Después de eso, el rey se fue a su palacio y se acostó sin comer nada. Tampoco permitió que tocaran para él instrumentos de música, y hasta el sueño se le fue.

19 Muy de mañana, el rey se levantó y lo primero que hizo fue dirigirse al foso de los leones. 20 Cuando estuvo cerca del foso, con voz triste pero fuerte llamó a Daniel y le dijo:

«Daniel, siervo del Dios viviente, a quien tú sirves sin cesar, dime: ¿pudo tu Dios librarte de los leones?»

21 Daniel le respondió:

«¡Que viva Su Majestad para siempre! 22 Mi Dios envió a su ángel para que cerrara las fauces de los leones y no me hicieran daño. Y es que delante de Dios soy inocente, y aun delante de Su Majestad, pues no he cometido ningún mal.»

23 Al escucharlo, el rey se alegró mucho, y mandó que sacaran del foso a Daniel. Y cuando lo sacaron, salió ileso porque había confiado en su Dios. 24 Entonces el rey mandó traer a los que habían acusado a Daniel, y que los arrojaran al foso de los leones junto con sus hijos y sus mujeres. Y aún no habían llegado al fondo del foso cuando los leones ya se habían lanzado sobre ellos y les habían despedazado todos los huesos.

25 Después, el rey Darío escribió lo siguiente para todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en el país:

«Que la paz les sea multiplicada. 26 Con este decreto ordeno que, en toda la extensión de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel. Porque él es el Dios viviente; él permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido. ¡Su dominio perdurará hasta el fin! 27 El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra. ¡Él es quien ha salvado a Daniel de las fauces de los leones!»

28 Y Daniel fue prosperado durante los reinados de Darío y de Ciro el persa.

Daniel en el foso de los leones

Le pareció bien a Darío nombrar ciento veinte sátrapas que gobernaran todo el reino y tres administradores, uno de los cuales era Daniel. Estos sátrapas eran responsables ante los administradores, a fin de que los intereses del rey no se vieran afectados. Y tanto se distinguió Daniel entre los administradores y los sátrapas por sus extraordinarias cualidades que el rey pensó en ponerlo al frente de todo el reino. Entonces los administradores y los sátrapas empezaron a buscar algún motivo para acusar a Daniel de malos manejos en los negocios del reino. Sin embargo, no pudieron encontrar corrupción en él, porque era digno de confianza y no era negligente ni corrupto. Por eso concluyeron: «Nunca encontraremos nada de qué acusar a Daniel, a no ser algo relacionado con la Ley de su Dios».

Entonces esos administradores y sátrapas fueron de común acuerdo al rey y dijeron:

—¡Que viva para siempre el rey Darío! Nosotros los administradores reales, junto con los prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores, convenimos en que Su Majestad debiera emitir y confirmar un decreto que exija que, durante los próximos treinta días, sea arrojado al foso de los leones todo el que adore a cualquier dios u hombre que no sea Su Majestad. Expida usted ahora ese decreto y póngalo por escrito. Así, conforme a la ley de los medos y los persas, no podrá ser revocado.

El rey Darío expidió el decreto y lo puso por escrito.

10 Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día. 11 Cuando aquellos hombres llegaron y encontraron a Daniel orando e implorando la ayuda de Dios, 12 fueron a hablar con el rey respecto al decreto real:

—¿No es verdad que usted publicó un decreto? Según entendemos, todo el que en los próximos treinta días ore a otro dios u hombre que no sea Su Majestad será arrojado al foso de los leones.

El rey contestó:

—El decreto sigue en pie. Según la ley de los medos y los persas, no puede ser revocado.

13 Ellos respondieron:

—Pues Daniel, que es uno de los exiliados de Judá, no toma en cuenta a Su Majestad ni el decreto que ha promulgado. ¡Continúa orando tres veces al día!

14 Cuando el rey escuchó esto, se deprimió mucho y se propuso salvar a Daniel, así que durante todo el día buscó la forma de salvarlo. 15 Pero aquellos hombres fueron a ver al rey y lo presionaron:

—Recuerde, Su Majestad que, según la ley de los medos y los persas, ningún decreto ni edicto emitido por el rey puede ser modificado.

16 El rey dio entonces la orden y Daniel fue arrojado al foso de los leones. Allí el rey animaba a Daniel:

—¡Que tu Dios, a quien sirves continuamente, se digne salvarte!

17 Trajeron entonces una piedra y con ella taparon la boca del foso. El rey lo selló con su propio anillo y con el de sus nobles para que la sentencia contra Daniel no pudiera ser cambiada. 18 Luego volvió a su palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, hasta el sueño se le fue.

19 Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. 20 Ya cerca, lleno de ansiedad gritó:

—Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves continuamente, salvarte de los leones?

21 —¡Que viva el rey por siempre! —contestó Daniel—. 22 Mi Dios envió a su ángel, quien cerró la boca a los leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra Su Majestad!

23 Sin ocultar su alegría, el rey ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no se le halló un solo rasguño, pues Daniel confiaba en su Dios.

24 Entonces el rey mandó traer a los que lo habían acusado y ordenó que los arrojaran al foso de los leones, junto con sus esposas y sus hijos. ¡No habían tocado el suelo cuando ya los leones habían caído sobre ellos y les habían triturado los huesos!

25 Entonces, el rey Darío escribió un decreto a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:

¡Paz y prosperidad!

26 He decretado que en todo lugar de mi reino la gente adore y honre al Dios de Daniel.

Porque él es el Dios vivo,
    y permanece para siempre.
Su reino jamás será destruido,
    y su dominio jamás tendrá fin.
27 Él rescata y salva;
    hace señales y maravillas
    en los cielos y en la tierra.
¡Ha salvado a Daniel
    de las garras de los leones!

28 Fue así como Daniel prosperó durante los reinados de Darío y de Ciro el Persa.

Daniel en el foso de los leones

Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.

Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. 12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.

14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. 15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.

16 Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. 17 Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase. 18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño.

19 El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. 20 Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? 21 Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. 22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. 23 Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. 24 Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.

25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 26 De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. 27 Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.

28 Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

Daniël in de leeuwenkuil

Na de dood van Belsazar kwam Darius, de Meder aan de macht. Hij was toen tweeënzestig jaar. Hij benoemde honderdtwintig gouverneurs die ieder een deel van het rijk moesten besturen. Zij waren verantwoording verschuldigd aan drie onderkoningen, van wie Daniël er een was. Zo ontstond een doeltreffende regeringsstructuur. Al gauw bleek dat Daniël met kop en schouders uitstak boven de beide andere onderkoningen en de gouverneurs. Hij bleek buitengewoon begaafd. De koning dacht er zelfs over hem de hoogste post in het koninkrijk te geven.

Dit zette kwaad bloed bij de twee andere onderkoningen en de gouverneurs. Zij probeerden een fout te vinden in Daniëls beleid, zodat zij een aanklacht tegen hem konden indienen bij de koning. Maar zij konden geen enkel belastend feit ontdekken! Hij was eerlijk en betrouwbaar en boven alle kritiek verheven. ‘Het enige dat overblijft, is hem aan te vallen op zijn godsdienst!’ concludeerden zij. Zij gingen naar de koning met een dringend verzoek: ‘Koning Darius, leef in eeuwigheid! Wij, onderkoningen, functionarissen, gouverneurs, adviseurs en landvoogden, zijn van mening dat u een koninklijk besluit moet uitvaardigen. Daarin moet u bepalen dat ieder die de komende dertig dagen een verzoek richt tot een god of een mens, behalve tot u, in de leeuwenkuil zal worden geworpen. Majesteit, wij verzoeken u onder dit verbod uw handtekening te zetten, zodat het onder geen enkele omstandigheid kan worden ingetrokken of herroepen, het moet een “wet van Meden en Perzen” zijn.’ 10 Koning Darius ondertekende dat koninklijke besluit.

11 Toen Daniël hoorde dat deze wet was uitgevaardigd, ging hij naar huis. Zoals gewoonlijk knielde hij boven in zijn slaapkamer, waar hij open vensters in de richting van Jeruzalem had. Driemaal per dag ging hij daar in gebed en loofde zijn God. Ook nu week hij niet van deze gewoonte af. 12 Toen drongen de mannen Daniëls huis binnen en vonden hem terwijl hij bad tot God. 13 Zij haastten zich naar de koning en herinnerden hem aan zijn verbod. ‘U hebt toch een verbod uitgevaardigd,’ zeiden zij, ‘dat niemand toestaat binnen dertig dagen een verzoek te richten tot een god of mens, behalve tot u? En zouden de overtreders van dat gebod niet in de leeuwenkuil worden gegooid?’ ‘Jazeker,’ antwoordde de koning, ‘het is een wet van Meden en Perzen en kan dus niet worden herroepen.’ 14 Toen vertelden zij de koning: ‘Daniël, een van de Judese ballingen, trekt zich niets aan van u of uw verbod. Driemaal per dag gaat hij bidden.’

15 Toen hij dat hoorde, kreeg de koning er heel erg spijt van dat hij die wet had ondertekend. De rest van de dag piekerde hij erover hoe hij Daniël uit deze netelige situatie kon redden. 16 ʼs Avonds kwamen de mannen terug en zetten de koning nog meer onder druk: ‘Majesteit, u weet dat het een wet van Meden en Perzen is. Geen enkel verbod of besluit dat door u getekend is, mag veranderd worden.’ 17 Uiteindelijk gaf de koning bevel Daniël gevangen te nemen en in de leeuwenkuil te gooien. De koning zei nog tegen hem: ‘Ik hoop dat uw God, die u zo trouw dient, u zal bevrijden!’ 18 Er werd een steen voor de opening van de kuil gerold en de koning verzegelde hem met zijn eigen zegelring en met die van zijn regeringsleiders. Zo kon niemand Daniël nog redden van de leeuwen.

19 De koning ging terug naar zijn paleis en vastte die nacht. Hij wilde ook niet dat een van zijn vrouwen bij hem kwam en lag de hele nacht wakker. 20 De volgende morgen stond hij heel vroeg op en haastte zich naar de leeuwenkuil. 21 Bij de kuil gekomen, riep hij met verdrietige stem: ‘Daniël, dienaar van de levende God, heeft uw God die u zo trouw dient, u kunnen bevrijden van de leeuwen?’ 22 Toen hoorde hij een stem! ‘Majesteit, ik wens u een lang leven toe!’ Het was Daniël! 23 ‘Mijn God heeft zijn engel gestuurd,’ zei Daniël, ‘om de muil van de leeuwen dicht te houden, zodat zij mij niet zouden verscheuren. Want in Gods ogen ben ik onschuldig en ook tegen u heb ik niets misdaan.’ 24 De koning was geweldig blij en beval Daniël uit de kuil omhoog te trekken. Hij bleek totaal ongedeerd te zijn, dankzij zijn vertrouwen op God. 25 De koning gebood de mannen te halen die de aanklacht tegen Daniël hadden ingediend, en zij werden met hun vrouwen en kinderen in de leeuwenkuil gegooid. Nauwelijks waren zij in de kuil terechtgekomen of de leeuwen stortten zich op hen en verbrijzelden zelfs hun botten.

26 Toen schreef koning Darius aan alle onderdanen in zijn rijk: ‘Wij wensen u veel vrede en voorspoed! 27 Hierbij bepaal ik dat men in alle delen van mijn koninkrijk diepe eerbied en ontzag moet hebben voor de God van Daniël. Want Hij is de levende God, die eeuwig blijft, wiens koninkrijk nooit wankelt en aan wiens macht nooit een einde zal komen. 28 Hij bevrijdt en redt zijn volk en doet indrukwekkende wonderen in hemel en op aarde. Hij is de God die Daniël heeft verlost uit de macht van de leeuwen.’

29 Daniël was hooggeplaatst en erg geliefd tijdens de regering van Darius en tijdens de regering van de Perzische koning Kores.

Daniel in the Den of Lions

[a]It pleased Darius(A) to appoint 120 satraps(B) to rule throughout the kingdom, with three administrators over them, one of whom was Daniel.(C) The satraps were made accountable(D) to them so that the king might not suffer loss. Now Daniel so distinguished himself among the administrators and the satraps by his exceptional qualities that the king planned to set him over the whole kingdom.(E) At this, the administrators and the satraps tried to find grounds for charges(F) against Daniel in his conduct of government affairs, but they were unable to do so. They could find no corruption in him, because he was trustworthy and neither corrupt nor negligent. Finally these men said, “We will never find any basis for charges against this man Daniel unless it has something to do with the law of his God.”(G)

So these administrators and satraps went as a group to the king and said: “May King Darius live forever!(H) The royal administrators, prefects, satraps, advisers and governors(I) have all agreed that the king should issue an edict and enforce the decree that anyone who prays to any god or human being during the next thirty days, except to you, Your Majesty, shall be thrown into the lions’ den.(J) Now, Your Majesty, issue the decree and put it in writing so that it cannot be altered—in accordance with the law of the Medes and Persians, which cannot be repealed.”(K) So King Darius put the decree in writing.

10 Now when Daniel learned that the decree had been published, he went home to his upstairs room where the windows opened toward(L) Jerusalem. Three times a day he got down on his knees(M) and prayed, giving thanks to his God, just as he had done before.(N) 11 Then these men went as a group and found Daniel praying and asking God for help.(O) 12 So they went to the king and spoke to him about his royal decree: “Did you not publish a decree that during the next thirty days anyone who prays to any god or human being except to you, Your Majesty, would be thrown into the lions’ den?”

The king answered, “The decree stands—in accordance with the law of the Medes and Persians, which cannot be repealed.”(P)

13 Then they said to the king, “Daniel, who is one of the exiles from Judah,(Q) pays no attention(R) to you, Your Majesty, or to the decree you put in writing. He still prays three times a day.” 14 When the king heard this, he was greatly distressed;(S) he was determined to rescue Daniel and made every effort until sundown to save him.

15 Then the men went as a group to King Darius and said to him, “Remember, Your Majesty, that according to the law of the Medes and Persians no decree or edict that the king issues can be changed.”(T)

16 So the king gave the order, and they brought Daniel and threw him into the lions’ den.(U) The king said to Daniel, “May your God, whom you serve continually, rescue(V) you!”

17 A stone was brought and placed over the mouth of the den, and the king sealed(W) it with his own signet ring and with the rings of his nobles, so that Daniel’s situation might not be changed. 18 Then the king returned to his palace and spent the night without eating(X) and without any entertainment being brought to him. And he could not sleep.(Y)

19 At the first light of dawn, the king got up and hurried to the lions’ den. 20 When he came near the den, he called to Daniel in an anguished voice, “Daniel, servant of the living God, has your God, whom you serve continually, been able to rescue you from the lions?”(Z)

21 Daniel answered, “May the king live forever!(AA) 22 My God sent his angel,(AB) and he shut the mouths of the lions.(AC) They have not hurt me, because I was found innocent in his sight.(AD) Nor have I ever done any wrong before you, Your Majesty.”

23 The king was overjoyed and gave orders to lift Daniel out of the den. And when Daniel was lifted from the den, no wound(AE) was found on him, because he had trusted(AF) in his God.

24 At the king’s command, the men who had falsely accused Daniel were brought in and thrown into the lions’ den,(AG) along with their wives and children.(AH) And before they reached the floor of the den, the lions overpowered them and crushed all their bones.(AI)

25 Then King Darius wrote to all the nations and peoples of every language(AJ) in all the earth:

“May you prosper greatly!(AK)

26 “I issue a decree that in every part of my kingdom people must fear and reverence(AL) the God of Daniel.(AM)

“For he is the living God(AN)
    and he endures forever;(AO)
his kingdom will not be destroyed,
    his dominion will never end.(AP)
27 He rescues and he saves;(AQ)
    he performs signs and wonders(AR)
    in the heavens and on the earth.
He has rescued Daniel
    from the power of the lions.”(AS)

28 So Daniel prospered during the reign of Darius and the reign of Cyrus[b](AT) the Persian.(AU)

Footnotes

  1. Daniel 6:1 In Aramaic texts 6:1-28 is numbered 6:2-29.
  2. Daniel 6:28 Or Darius, that is, the reign of Cyrus