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Animado por el vino, Belsasar mandó traer los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había sustraído del templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos tanto él como sus invitados de importancia, y sus mujeres y concubinas. Y así, le fueron llevados los vasos de oro que se habían sustraído del templo de Dios en Jerusalén, y el rey y sus invitados bebieron en ellos, lo mismo que sus mujeres y concubinas. Embriagados de vino alabaron a los dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.

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