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El ángel levantó las manos al cielo y, en el nombre del Dios de la vida, juró:

—Esto terminará cuando termine la destrucción del pueblo de Dios, es decir, dentro de tres años y medio.

Yo oí lo que el ángel dijo, pero no entendí nada. Por eso le pregunté:

—Mi señor, y después de que haya pasado todo esto, ¿qué sucederá?

El ángel me contestó:

—A ti, Daniel, te toca llevar una vida normal. Nadie debe saber nada de todo esto, hasta que llegue la hora final.

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