Daniel en Babilonia

En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió. El Señor permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del Templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Sinar[a] y puso en el tesoro del templo de sus dioses.

Además, el rey ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales[b] de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza. Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios.[c] El rey les asignó raciones diarias de la comida y del vino que se servía en la mesa real. Su preparación habría de durar tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.

Entre estos jóvenes se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de Judá, y a los cuales el oficial en jefe les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.

Pero Daniel decidió no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que pidió permiso al oficial en jefe para no contaminarse. Y Dios había hecho que se ganara el afecto y la simpatía del oficial en jefe. 10 A pesar de eso dijo a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien les asignó la comida y el vino. ¿Qué pasa si los ve más delgados y demacrados que los otros jóvenes de sus edades? Entonces el rey por culpa de ustedes me cortará la cabeza».

11 Entonces Daniel habló con el guardia que el oficial en jefe había designado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer solo verduras y de beber solo agua. 13 Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede a tratarnos de acuerdo con lo que veas en nosotros».

14 El guardia aceptó la propuesta y los sometió a una prueba de diez días. 15 Al cumplirse el plazo, estos jóvenes se veían más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real. 16 Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, en su lugar siguió alimentándolos con verduras.

17 A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.

18 Cumplido el plazo fijado por el rey Nabucodonosor, y conforme a sus instrucciones, el oficial en jefe los llevó ante su presencia. 19 Luego de hablar el rey con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, no encontró a nadie que los igualara, de modo que los cuatro entraron a su servicio. 20 El rey los interrogó y, en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento, los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino.

21 Fue así como Daniel se quedó en Babilonia hasta el primer año del rey Ciro.

El sueño del rey Nabucodonosor

En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños que lo perturbaban y no lo dejaban dormir. Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos[d] de su reino para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, este les dijo:

—Tuve un sueño que me perturba y quiero saber lo que significa.

Los astrólogos respondieron en arameo:[e]

—¡Que viva el rey por siempre! Cuente el sueño a sus siervos y nosotros daremos su interpretación.

Pero el rey respondió a los astrólogos:

—Mi decisión ya está tomada: Si no me dicen lo que soñé ni me dan su interpretación, ordenaré que los corten en pedazos y que sus casas sean reducidas a cenizas. Pero si me dicen lo que soñé y me explican su significado, yo les daré regalos, recompensas y grandes honores. Por tanto, díganme el sueño y su interpretación.

Una vez más ellos contestaron:

—Cuente, oh rey, su sueño a sus siervos y nosotros lo interpretaremos.

Pero el rey contestó:

—Estoy seguro de que ustedes están tratando de ganar tiempo, porque se dan cuenta de que estoy firmemente decidido. Si no me dicen lo que soñé, ya saben lo que les espera. Ustedes se han puesto de acuerdo para salirme con cuestiones engañosas y malintencionadas, esperando que la situación cambie. Díganme lo que soñé y así sabré que son capaces de darme su interpretación.

10 Entonces los astrólogos respondieron:

—¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que el rey pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! 11 Lo que el rey pregunta es muy difícil. Nadie puede revelarlo a no ser los dioses, pero ellos no viven entre nosotros.

12 Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. 13 Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados.

14 Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto y sensatez. 15 Le dijo: «¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?». Y una vez que Arioc explicó cuál era el problema, 16 Daniel fue a ver al rey y pidió tiempo para poder interpretarle su sueño.

17 Después volvió a su casa y contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías lo que sucedía. 18 Y les pidió que imploraran misericordia al Dios del cielo sobre este misterio, para que él y sus amigos no fueran ejecutados con el resto de los sabios de Babilonia. 19 Durante la noche, el misterio fue revelado a Daniel en visión. Entonces alabó al Dios del cielo 20 y dijo:

«¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios!
    Suyos son la sabiduría y el poder.
21 Él cambia los tiempos y las épocas,
    pone y depone reyes.
A los sabios da sabiduría
    y a los inteligentes, discernimiento.
22 Él revela lo profundo y lo escondido,
    y sabe lo que se oculta en las sombras.
    ¡En él habita la luz!
23 A ti, Dios de mis antepasados,
    te alabo y te doy gracias.
Me has dado sabiduría y poder;
    me has dado a conocer lo que te pedimos.
    ¡Nos has dado a conocer el sueño del rey!».

Daniel interpreta el sueño del rey

24 Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia y dijo:

—No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey y le interpretaré el sueño que tuvo.

25 Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey y dijo:

—He hallado un hombre, entre los exiliados de Judá, que puede decir al rey lo que significa su sueño.

26 El rey preguntó a Daniel, a quien los babilonios habían puesto por nombre Beltsasar:

—¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño y darme su interpretación?

27 A esto Daniel respondió:

—No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicar al rey el misterio sobre el cual preguntó. 28 Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Él mostró al rey Nabucodonosor lo que sucederá en los días venideros. Estos son el sueño y las visiones que pasaron por su mente mientras dormía en su cama:

29 »Cuando estaba en su cama, los pensamientos de Su Majestad se dirigieron a las cosas por venir y el que revela los misterios le mostró lo que está por suceder. 30 Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y entienda lo que pasaba por su mente.

31 »En su sueño, Su Majestad veía una estatua enorme, de tamaño impresionante y de aspecto asombroso. 32 La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, 33 y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mitad era de barro cocido. 34 De pronto, mientras usted contemplaba la estatua, una roca fue cortada, pero no por manos humanas. Esta golpeó e hizo pedazos los pies de hierro y barro de la estatua. 35 Con ellos se hicieron añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro, que se volvieron como paja en la era del verano. El viento los barrió sin dejar rastro. Pero la roca que golpeó la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra.

36 »Este fue el sueño y ahora lo interpretaremos al rey. 37 Su Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria. 38 Además, ha puesto en sus manos a la humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del cielo. No importa dónde vivan, Dios lo hizo el gobernante de todos ellos. Usted es la cabeza de oro.

39 »Después surgirá otro reino inferior al suyo. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. 40 Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros reinos. 41 Usted veía que los pies y los dedos de la estatua eran mitad hierro y mitad barro cocido, pues será un reino dividido. Sin embargo, tendrá aún la fuerza del hierro, aunque haya visto hierro mezclado con barro. 42 Y como los dedos de los pies eran mitad hierro y mitad barro, este reino será parcialmente fuerte y parcialmente débil. 43 Y como el hierro mezclado con barro, así el pueblo será una mezcla y no permanecerá unido, como tampoco se unen el hierro y el barro.

44 »En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos. 45 Este es el significado de la roca que fue cortada de la montaña no por manos humanas, que hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro.

»El gran Dios ha mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el futuro. El sueño es verdadero y esta interpretación, digna de confianza».

46 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y lo honró; ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso 47 y dijo:

—¡Tu Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!

48 Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente y lo colmó de regalos; lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios. 49 Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció en la corte real.

El horno en llamas

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de sesenta codos de alto por seis codos de ancho,[f] y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego, ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir. Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua que el rey Nabucodonosor había ordenado erigir.

Entonces el heraldo proclamó a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente: Tan pronto como escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir. Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas».

Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:

—¡Que viva el rey por siempre! —dijeron al rey Nabucodonosor—. 10 Su Majestad ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música se incline ante la estatua de oro y la adore. 11 También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore sea arrojado a un horno en llamas. 12 Pero hay algunos judíos, a quienes ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes, Su Majestad. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.

13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey, 14 Nabucodonosor dijo:

—Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que he mandado erigir? 15 En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron:

—Rey Nabucodonosor, no hace falta que nos defendamos ante usted. 17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero incluso si no lo hace, queremos que sepa, Su Majestad, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua que usted ha erigido.

19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, 20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. 22 Tan apremiante fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.

24 En ese momento, Nabucodonosor se puso de pie y preguntó sorprendido a sus consejeros:

—¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?

—Así es, Su Majestad —respondieron.

25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un hijo de los dioses!

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:

—Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí y vengan acá!

Cuando los tres jóvenes salieron del horno, 27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!

28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!».

30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.

Footnotes

  1. 1:2 Sinar. Es decir, Babilonia.
  2. 1:3 oficiales. Alt. eunucos.
  3. 1:4 Lit. caldeos.
  4. 2:2 astrólogos. Lit. caldeos; así en el resto de este libro.
  5. 2:4 respondieron en arameo. En efecto, de aquí al final del cap. 7 el texto bíblico está escrito en la lengua aramea.
  6. 3:1 Es decir, aprox. 27 m de alto por 2.7 m de ancho.

Daniel y sus compañeros en Babilonia

En el año tercero del reinado de Joacín, rey de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió.(A) Y el Señor permitió que el rey Joacín cayera en manos de Nabucodonosor, y que éste se llevara buena parte de los utensilios del templo de Dios al templo de su dios en Babilonia, y que los depositara en el tesoro del templo de su dios. Además, el rey Nabocodonosor dio órdenes a Aspenaz, jefe de sus eunucos, de que se llevara a algunos israelitas pertenecientes a la familia real. Debían ser jóvenes bien parecidos y sin defectos físicos, capacitados en todo conocimiento, inteligentes y capaces de aprender, y con las cualidades suficientes para estar en el palacio del rey. A éstos Aspenaz debía enseñarles la escritura y la lengua de los caldeos.(B) Para su alimentación diaria, el rey señaló provisiones de su propia comida y de su propio vino. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales serían presentados ante el rey. Entre estos jóvenes se hallaban Daniel, Jananías, Misael y Azarías, que eran de la tribu de Judá. Pero el jefe de los eunucos les cambió de nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Jananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.

En lo íntimo, Daniel se propuso no contaminarse con la ración de la comida y bebida del rey que se le daba, y le pidió al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse. Y Dios hizo que Daniel se ganara la simpatía y buena voluntad del jefe de los eunucos, 10 aunque éste le dijo a Daniel:

«Tengo miedo de mi señor el rey, que claramente dijo lo que ustedes debían comer y beber. Si más tarde él ve que los rostros de ustedes son más pálidos que los de los otros jóvenes semejantes a ustedes, me habrán condenado a que el rey me corte la cabeza.»

11 El jefe de los eunucos había puesto al cuidado de Daniel, Jananías, Misael y Azarías, a un guardia llamado Melsar. A éste Daniel le dijo:

12 «Yo te ruego que hagas con estos siervos tuyos una prueba de diez días. Ordena que nos den de comer legumbres, y que nos den de beber agua. 13 Después de esta prueba, compara nuestro semblante con el de los otros jóvenes que reciben la ración de la comida del rey, y haz entonces con estos siervos tuyos según lo que veas.»

14 Melsar estuvo de acuerdo con ellos, e hizo la prueba de los diez días. 15 Vencido el plazo, el semblante de ellos era mejor y más robusto que el de los otros jóvenes que recibían la ración de la comida del rey. 16 De modo que Melsar se llevaba la ración de la comida y del vino que era su alimento, y en su lugar les daba legumbres.

17 Dios les dio a estos cuatro jóvenes conocimientos e inteligencia en todas las letras y ciencias. Además, Daniel era muy entendido en cuestiones de visiones y sueños. 18 Y cuando se cumplió el plazo al fin del cual el rey Nabucodonosor había ordenado que los llevaran a su presencia, el jefe de los eunucos los llevó ante él. 19 Y el rey habló con ellos, y entre todos los jóvenes no se halló a nadie como Daniel, Jananías, Misael y Azarías, de modo que todos ellos se quedaron al servicio del rey. 20 En todo lo que el rey les preguntó, y que tenía que ver con cuestiones de sabiduría e inteligencia, los halló diez veces más sabios que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. 21 Fue así como Daniel se quedó allí hasta el año primero del rey Ciro.

Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor

En el año segundo del reinado de Nabucodonosor, éste tuvo algunos sueños que lo perturbaron, a tal grado que se le fue el sueño. Entonces mandó llamar a los magos, astrólogos, adivinos y hechiceros, para que le explicaran sus sueños. Éstos acudieron a presentarse ante el rey, y el rey les dijo:

«He tenido un sueño, y me encuentro muy perturbado, pues quiero saber lo que el sueño significa.»

Los hechiceros hablaron con el rey en lengua aramea:

«¡Que viva para siempre Su Majestad! ¡Cuente su sueño a estos sus siervos, y nosotros le daremos a conocer lo que significa.»

El rey les respondió:

«Ya me he olvidado de qué trataba el sueño. Pero si ustedes no me dicen lo que soñé, y qué significa, van a ser hechos pedazos, y sus casas serán convertidas en basureros. Pero si me dicen lo que soñé, y lo que significa el sueño, yo les daré regalos, les concederé favores y les otorgaré muchos honores. Díganme, entonces, qué soñé y qué significa.»

Los magos volvieron a decir:

«Si Su Majestad les cuenta su sueño a estos siervos suyos, ellos le dirán lo que significa.»

Pero el rey les respondió:

«Yo sé muy bien que ustedes tratan de ganar tiempo, porque se dan cuenta de que esto ya está decidido. Si ustedes no me dicen lo que soñé, la sentencia para ustedes es una sola. Ustedes me están preparando una respuesta falsa y perversa, y mientras tanto habrán ganado tiempo. Así que díganme lo que soñé, y entonces sabré que ustedes son capaces de decirme lo que significa.»

10 Los hechiceros le respondieron al rey:

«No hay nadie en toda la tierra que pueda decir a Su Majestad lo que soñó; además, nunca ningún rey, ni príncipe ni soberano ha preguntado semejante cosa a ningún mago, astrólogo o hechicero. 11 Esto que Su Majestad nos pide es algo muy difícil, y no hay nadie que se lo pueda revelar, a no ser los dioses. ¡Pero los dioses no viven entre los hombres!»

12 Esta respuesta despertó la ira del rey, quien muy enojado mandó matar a todos los sabios de Babilonia. 13 Cuando se publicó el edicto de que los sabios fueran ejecutados, buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos también. 14 Pero Daniel habló con mucha prudencia y sensatez a Arioc, el capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 Daniel habló con Arioc, y le dijo:

«¿Por qué este edicto de parte del rey se ha publicado tan apresuradamente?»

Y Arioc hizo saber a Daniel lo que sabía.

16 Daniel se presentó ante el rey y le pidió un poco de tiempo, después del cual le daría a conocer la interpretación del sueño. 17 Después, Daniel se fue a su casa e informó a sus compañeros Jananías, Misael y Azarías lo que pasaba, 18 a fin de que ellos le pidieran al Dios del cielo que se mostrara misericordioso en relación con este misterio, para que Daniel y sus compañeros no murieran junto con los otros sabios de Babilonia. 19 Fue así como, durante una visión nocturna, el secreto le fue revelado a Daniel, por lo cual Daniel bendijo al Dios del cielo. 20 Y dijo Daniel:

«¡Bendito seas por siempre el nombre de Dios,
porque tuyos son el poder y la sabiduría!
21 Tú cambias los tiempos y las edades,
y a unos reyes los pones y a otros los quitas.
A los sabios y entendidos les das gran sabiduría,
22 y les revelas lo profundo y lo escondido;
tú conoces lo que está en tinieblas, pues en ti habita la luz.
23 A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo,
porque me has dado fuerza y sabiduría,
y ahora me has revelado lo que te pedimos:
¡nos has dado a conocer el asunto del rey!»

24 Después de esto, Daniel fue a hablar con Arioc, a quien el rey había ordenado matar a los sabios de Babilonia, y le dijo:

«No mates a los sabios. Más bien, llévame a la presencia del rey, y yo le haré saber la interpretación de su sueño.»

25 Enseguida Arioc llevó a Daniel ante el rey, y le dijo:

«Entre los deportados de Judá he encontrado un hombre que dirá a Su Majestad lo que su sueño significa.»

26 Entonces el rey se dirigió a Daniel, al cual llamaban Beltsasar, y le dijo:

«¿Tú puedes decirme qué fue lo que soñé, y lo que el sueño significa?»

27 Y Daniel le respondió al rey:

«El misterio que Su Majestad pide conocer, ni sabios ni astrólogos, ni magos ni adivinos podrían revelárselo. 28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y es él quien hace saber a Su Majestad, el rey Nabucodonosor, lo que sucederá en los últimos días. Esto es lo que Su Majestad soñó, y éstas son las visiones que tuvo en su lecho: 29 Mientras Su Majestad estaba acostado, se puso a pensar en lo que sucederá, y el que revela los misterios le mostró lo que está por acontecer. 30 Este misterio me ha sido revelado, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los seres vivientes, sino para que yo haga saber a Su Majestad lo que el sueño significa, y para que Su Majestad entienda los pensamientos que tenía.

31 »Su Majestad veía una gran imagen. Esta imagen era muy grande, y su esplendor era impresionante. Estaba de pie ante Su Majestad, y tenía un aspecto terrible. 32 La cabeza de esta imagen era de oro fino, su pecho y sus brazos eran de plata, y su vientre y muslos, de bronce; 33 sus piernas eran de hierro, y sus pies eran en parte de hierro, y en parte de barro cocido. 34 Mientras Su Majestad miraba, una enorme piedra que nadie cortó se desprendió de un monte y golpeó los pies de hierro y de barro cocido de la imagen, y los hizo pedazos. 35 Entonces se hicieron también pedazos el hierro, el barro cocido, el bronce, y la plata y el oro, hasta hacerse como el polvo del trigo que se muele en el verano, y el viento se los llevó sin dejar el menor rastro. En cambio, la piedra que golpeó a la imagen se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra.

36 »Éste es el sueño. Pero también haremos saber a Su Majestad la interpretación del mismo. 37 Su Majestad es rey de reyes porque el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la fuerza y la majestad. 38 Dios ha puesto en manos de Su Majestad a la humanidad entera, lo mismo que a las bestias del campo y a las aves del cielo, con lo que ha dado a Su Majestad el dominio sobre todas las cosas, en todo lugar habitado. Su Majestad es la cabeza de oro. 39 Pero después de Su Majestad surgirá otro reino, inferior al de Su Majestad, y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40 El cuarto reino será fuerte como el hierro, y como tal desmenuzará y romperá todas las cosas. 41 Los pies y los dedos que Su Majestad vio, y que eran en parte de barro cocido y en parte de hierro, serán un reino dividido, que tendrá algo de la fuerza del hierro, tal y como Su Majestad vio el hierro mezclado con el barro cocido. 42 Y como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de barro cocido, ese reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43 Y así como viste el hierro mezclado con barro, esos reinos se mezclarán por medio de alianzas humanas, pero no se fundirán el uno con el otro, así como el hierro no puede mezclarse con el barro. 44 Y en los días de estos reinos el Dios del cielo hará que surja un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, aunque él permanecerá para siempre, 45 tal y como Su Majestad vio que del monte se desprendió una piedra sin que nadie la cortara, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado a Su Majestad lo que sucederá en el futuro. Este sueño es verdadero, y su interpretación es fiel.»

46 Acto seguido, el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofrecieran presentes e incienso. 47 Luego el rey habló con Daniel, y le dijo:

«Ciertamente el Dios de ustedes es el Dios de los dioses, y el Señor de los reyes. Es él quien revela los misterios, pues tú pudiste desentrañarlo.»

48 Y así, el rey exaltó a Daniel y le otorgó muchos honores y grandes regalos, y lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos sus sabios. 49 Además, Daniel solicitó al rey poner a Sadrac, Mesac y Abednego sobre los negocios de la provincia de Babilonia, y su petición le fue concedida. Por su parte, Daniel se quedó en la corte del rey.

Rescatados del horno de fuego

El rey Nabucodonosor mandó que se erigiera una estatua de oro en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia, la cual medía sesenta codos de alto y seis codos de ancho. Luego el rey ordenó que se reunieran los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros y jueces, lo mismo que el resto de los gobernadores de las provincias, y que asistieran a la dedicación de la estatua que él había mandado erigir. Y así, sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces y demás gobernadores de las provincias hicieron acto de presencia en la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. El pregonero anunciaba en voz alta:

«A ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les ordena que, al oír las bocinas y las flautas, los tamboriles, las arpas, los salterios y las zampoñas, y cualquier otro instrumento musical, se arrodillen y adoren la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir. Todo el que no se arrodille ante ella ni la adore será inmediatamente arrojado a un ardiente horno de fuego.»

Por eso, en cuanto todos los pueblos, naciones y lenguas escucharon el sonido de bocinas, flautas, tamboriles, arpas, salterios, zampoñas y otros instrumentos musicales, se arrodillaron delante de la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir, y la adoraron.

Por esos días, algunos caldeos aprovecharon la ocasión para acusar a los judíos. Se presentaron ante el rey Nabucodonosor y le dijeron:

«¡Que tenga Su Majestad una larga vida! 10 Su Majestad ha decretado que, al oír el sonido de bocinas, flautas, tamboriles, arpas, salterios y zampoñas, y de cualquier otro instrumento musical, todos deben arrodillarse ante la estatua de oro y adorarla, 11 y que quien no se arrodille y la adore sea arrojado a un ardiente horno de fuego. 12 Pues resulta que Sadrac, Mesac y Abednego, esos judíos a los que Su Majestad puso a cargo de los negocios de la provincia de Babilonia, no respetan a Su Majestad, ya que no adoran a sus dioses ni a la estatua de oro que Su Majestad mandó erigir.»

13 Nabucodonosor se indignó mucho, y ordenó que llevaran ante él a Sadrac, Mesac y Abednego, y éstos al instante fueron llevados a la presencia del rey. 14 Entonces Nabucodonosor habló con ellos, y les dijo:

«Sadrac, Mesac y Abednego, ¿es verdad que ustedes no honran a mi dios, ni adoran la estatua de oro que mandé erigir? 15 Díganme entonces si, al oír el sonido de bocinas, flautas, tamboriles, arpas, salterios y zampoñas, y otros instrumentos musicales, están dispuestos a arrodillarse ante la estatua que he mandado hacer, y adorarla. Porque si no la adoran, en ese mismo instante serán arrojados a un ardiente horno de fuego, y entonces ¿qué dios podrá librarlo de mis manos?»

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron al rey Nabucodonosor:

«No tenemos por qué responder a Su Majestad acerca de esto. 17 Su Majestad va a ver que nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos de ese ardiente horno de fuego, y también puede librarnos del poder de Su Majestad. 18 Pero aun si no lo hiciera, sepa Su Majestad que no serviremos a sus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que ha mandado erigir.»

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y su semblante cambió en contra de Sadrac, Mesac y Abednego, así que ordenó calentar el horno siete veces más de lo acostumbrado. 20 Luego ordenó que los hombres más fuertes de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abednego, y los arrojaran al ardiente horno de fuego. 21 Fue así como estos jóvenes fueron atados y arrojados, junto con sus mantos, sandalias, turbantes, y toda su vestimenta, a ese candente horno de fuego. 22 La orden del rey fue tan apremiante, y el horno estaba tan candente, que las llamas mataron a quienes arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 mientras los tres jóvenes caían atados dentro del candente horno de fuego.

24 El rey Nabucodonosor se espantó, y rápidamente se levantó y dijo a los de su consejo:

«¿Acaso no eran tres los jóvenes que arrojaron atados al fuego?»

Ellos le respondieron:

«Así es en verdad, Su Majestad.»

25 Y el rey dijo:

«Pues yo veo a cuatro jóvenes sueltos, que se pasean en medio del fuego y sin que sufran daño alguno. ¡Y el aspecto del cuarto joven es como el de un hijo de los dioses!»

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno encendido, y dijo:

«Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí y vengan acá!»

Entonces Sadrac, Mesac y Abednego salieron del fuego, 27 mientras los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey se juntaban para mirar a estos jóvenes, a quienes el fuego no había podido quemarles el cuerpo, y ni siquiera un solo cabello de la cabeza. Sus vestidos estaban intactos, y ni siquiera olían a humo. 28 En ese momento, Nabucodonosor exclamó:

«Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego,
que envió su ángel y libró a sus siervos,
pues confiaron en él y no cumplieron mi edicto.
Prefirieron entregar sus cuerpos
antes que servir y adorar a otro dios.

29 »Por tanto, yo decreto que todo pueblo, nación o lengua que profiera alguna blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, sea descuartizado, y que su casa sea convertida en muladar. ¡Porque ningún dios hay que pueda salvar como este Dios!»

30 Después de esto, el rey exaltó a Sadrac, Mesac y Abednego en la provincia de Babilonia.

Daniel y sus compañeros en Babilonia

En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.(A) Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.(B) Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre estos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A estos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10 y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. 11 Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. 13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. 14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

17 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. 18 Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20 En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. 21 Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor

En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño. Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño. Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación. Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación. El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido. Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación. 10 Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. 11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

12 Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. 13 Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos. 14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. 16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.

17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. 19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. 20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21 Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22 Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. 23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

24 Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.

25 Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. 26 Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? 27 Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. 28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: 29 Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. 30 Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. 34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.

36 Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. 41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. 47 El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. 48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. 49 Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.

Rescatados del horno de fuego

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. 10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; 11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que le trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? 15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. 20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. 25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. 28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. 29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como este. 30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.