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La gente toma oro y hace coronas para ponérselas en la cabeza a sus dioses, como si fueran muchachas que gustan de adornarse mucho. A veces los sacerdotes les roban a sus dioses el oro y la plata para gastarlo en provecho propio, o les dan una parte a las prostitutas que viven junto al templo. 10 Adornan con ropa a esos dioses de oro, de plata y de madera, como si fueran hombres; pero los dioses son incapaces de protegerse a sí mismos del moho y la carcoma.

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