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»El escultor fabrica ídolos de oro y plata, y hasta les pone lengua, pero esos ídolos no pueden hablar porque son dioses falsos. La gente que no conoce a nuestro Dios adorna a sus dioses con diademas de oro, como si esos ídolos fueran muchachas coquetas. Luego vienen los sacerdotes y se roban el oro y la plata de esos dioses, y los usan para sus gastos personales, y hasta para pagarles a las prostitutas del templo.

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