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52 »Esos ídolos no eligen a los reyes de los países, ni pueden enviar lluvia a la gente; 53 no se pueden defender en un juicio, y mucho menos salvar a quien sufre injusticias, pues no tienen poder alguno. Son totalmente indefensos. 54 Si se quema el templo donde están esos ídolos, los sacerdotes salen corriendo para ponerse a salvo, y los ídolos se queman como cualquier viga del templo, aunque estén recubiertos de oro y plata.

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