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38 Esos ídolos de madera, recubiertos de oro y plata, son tan inútiles como pedazos de piedra sacados de una montaña. Quienes los adoran quedarán en vergüenza. 39 ¡Qué ridículo es creer que esos ídolos son dioses!

40 »Los babilonios mismos hacen quedar en ridículo a sus dioses, pues cuando hay una persona muda, lo llevan ante el dios Bel y le piden que la haga hablar. ¡Como si ese ídolo pudiera escuchar!

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