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27 Los sacerdotes se roban esas ofrendas y las venden. Las esposas de los sacerdotes se roban la carne de los animales ofrecidos a esos ídolos, en vez de compartirla con la gente pobre. Hasta las mujeres que están con su menstruación, o que acaban de tener un hijo, tocan esos animales sacrificados, ¡y no les pasa nada! 28 Como pueden ver, esos ídolos no son dioses; por lo tanto, no los adoren.

29 »¿Cómo pueden decir ustedes que esos ídolos de oro, plata y madera son dioses? Si lo fueran, esos ídolos no permitirían que las mujeres les presentaran ofrendas, pues eso está prohibido por nuestra ley.

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