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18 Apenas abrió la puerta y vio la mesa, gritó el rey:

—¡Qué grande eres, oh Bel! ¡En ti no hay ninguna clase de engaño!

19 Daniel soltó la risa y no dejó que el rey entrara en el templo. Entonces dijo:

—Fíjese Su Majestad en el piso, y vea de quién son estas huellas.

20 —Por lo que veo, son huellas de hombres, mujeres y niños —dijo el rey.

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