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Dios mismo ha dado la orden
de aplanar montañas y colinas,
y de rellenar todos los valles,
hasta que la tierra quede pareja.
Así tus habitantes,
guiados por Dios mismo,
no encontrarán ningún tropiezo.
Dios también ha ordenado
que los árboles aromáticos
den su sombra a los israelitas.
Dios guiará a su pueblo con alegría,
y los protegerá con su poder,
con su amor y su justicia».

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