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24 ¡Qué grande, Israel, es el templo de Dios,
qué extenso el lugar de su dominio!
25 ¡Grande, sin límites, alto e inmenso!
26 Allí nacieron en tiempos antiguos los gigantes,
hombres famosos, de alta estatura,
expertos en la guerra.
27 Pero Dios no los escogió a ellos
ni les mostró el camino de la sabiduría.
28 Y por no tener inteligencia, perecieron;
perecieron por su insensatez.
29 ¿Quién subió al cielo, y adueñándose de la sabiduría
la hizo bajar de las nubes?
30 ¿Quién cruzó el mar para descubrirla
y traerla, pagándola a precio de oro fino?
31 Nadie conoce su camino
ni tiene idea de su sendero.

32 Pero Dios, que todo lo sabe, la conoce;
él con su inteligencia la ha encontrado.
Él fue quien afirmó la tierra para siempre
y la llenó de ganado.
33 Cuando él envía la luz, ella va;
cuando la llama, obedece temblando.
34 Las estrellas brillan en su puesto de guardia,
llenas de alegría.
35 Cuando él las llama, responden: «¡Aquí estamos!»
y brillan alegres para su creador.
36 Él es nuestro Dios;
no hay nadie igual a él.
37 Él halló todos los caminos de la sabiduría,
y la ha dado a Jacob, su siervo,
a Israel, a quien ama.

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