Apocalipsis 8
La Palabra (España)
El séptimo sello
8 Cuando, finalmente, el Cordero rompió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora.
III.— LAS SIETE TROMPETAS (8,2—14,20)
El ángel con el incensario de oro
2 Vi entonces cómo se entregaban siete trompetas a los siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, 3 mientras otro ángel se colocaba junto al altar con un incensario de oro. Recibió perfumes en abundancia para ofrecerlos, junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que se levanta delante del trono de Dios. 4 Y el aroma de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió de la mano del ángel hasta la presencia de Dios. 5 Entonces, el ángel tomó el incensario, lo llenó con las brasas del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y retumbaron los truenos, los relámpagos cruzaron el cielo y se produjo un terremoto.
Las cuatro primeras trompetas
6 Los siete ángeles se prepararon para tocar las siete trompetas.
7 Tocó la trompeta el primero, y cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. La tercera parte de la tierra quedó abrasada; la tercera parte de los árboles quedó abrasada; toda la hierba verde quedó abrasada.
8 El segundo ángel tocó la trompeta, y una especie de enorme montaña en llamas se precipitó en el mar. La tercera parte de las aguas del mar se convirtió en sangre; 9 la tercera parte de los seres vivientes del mar perdió la vida; la tercera parte de las naves quedó aniquilada.
10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo un astro de grandes proporciones que, ardiendo como una antorcha, se abatió sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales. 11 “Ajenjo” se llamaba el astro, y en ajenjo se tornó la tercera parte de las aguas, y fue mucha la gente que murió a causa del amargor de las aguas.
12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó como herida de muerte, la tercera parte de ellos se oscureció y las tinieblas invadieron la tercera parte del día y de la noche.
13 Miré entonces, y pude oír cómo un águila que volaba por lo más alto del cielo gritaba con voz poderosa:
— ¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra! ¿Qué va a ser de ellos cuando suenen las trompetas de los tres ángeles restantes, que ya se disponen a tocarlas?
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España