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20 »¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.

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El descanso prometido para el pueblo de Dios

Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia—del descanso que Dios ha preparado—se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios.[a] Pues solo los que creemos podemos entrar en su descanso. En cuanto a los demás, Dios dijo:

«En mi enojo juré:
    “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»[b],

si bien ese descanso está preparado desde que él hizo el mundo. Sabemos que está preparado debido al pasaje en las Escrituras que menciona el séptimo día: «Cuando llegó el séptimo día, Dios descansó de toda su labor»[c]. Pero en el otro pasaje Dios dijo: «Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso»[d].

Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios. Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado:

«Cuando oigan hoy su voz
    no endurezcan el corazón»[e].

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Footnotes

  1. 4:2 Algunos manuscritos dicen porque no combinaron fe con lo que oyeron.
  2. 4:3 Sal 95:11.
  3. 4:4 Gn 2:2.
  4. 4:5 Sal 95:11.
  5. 4:7 Sal 95:7-8.

Por eso el Espíritu Santo dice:

«Cuando oigan hoy su voz,
    no endurezcan el corazón
como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,
    aquel día que me pusieron a prueba en el desierto.
Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia
    a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.
10 Por eso, estuve enojado con ellos y dije:
“Su corazón siempre se aleja de mí.
    Rehúsan hacer lo que les digo”.
11 Así que en mi enojo juré:
    “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»[a].

12 Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. 13 Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. 14 Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. 15 Recuerden lo que dice:

«Cuando oigan hoy su voz,
    no endurezcan el corazón
    como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron»[b].

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Footnotes

  1. 3:7-11 Sal 95:7-11.
  2. 3:15 Sal 95:7-8.

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