El que hizo las Pléyades y el Orión,
    convierte en aurora las densas tinieblas
    y oscurece el día hasta convertirlo en noche.
Él convoca las aguas del mar
    y las derrama sobre la tierra.
    ¡Su nombre es el Señor!
Él trae una destrucción repentina sobre la fortaleza
    y sobre la plaza fuerte, destrucción.

10 Ustedes odian al que defiende la justicia en el tribunal
    y detestan al que dice la verdad.

11 Por eso, como oprimen a los pobres
    y les exigen un impuesto sobre el grano,
no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido
    ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado.
12 ¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos,
    cuán grandes sus pecados!

Ustedes oprimen al justo, exigen soborno
    y en los tribunales atropellan al necesitado.
13 Por eso en circunstancias como estas guarda silencio el prudente,
    porque estos tiempos son malos.

14 Busquen el bien y no el mal, y vivirán;
    y así estará con ustedes el Señor Dios de los Ejércitos,
    tal como ustedes lo afirman.
15 ¡Odien el mal y amen el bien!
    Establezcan la justicia en los tribunales;
tal vez así el Señor, el Dios de los Ejércitos,
    tenga compasión del remanente de José.

16 Por eso, así dice el Señor y Dios, el Dios de los Ejércitos:

«En todas las plazas se escucharán lamentos
    y gritos de angustia en todas las calles.
Llamarán a duelo a los agricultores
    y a los llorones profesionales para hacer lamentación.
17 Se escucharán lamentos en todos los viñedos
    cuando yo pase en medio de ti»,
    dice el Señor.

El día del Señor

18 ¡Ay de los que suspiran
    por el día del Señor!
¿De qué les servirá ese día
    si va a ser de oscuridad y no de luz?
19 Será como cuando alguien huye de un león
    y se le viene encima un oso,
o como cuando al llegar a su casa,
    apoya la mano en la pared
    y lo muerde una serpiente.
20 ¿No será el día del Señor de oscuridad y no de luz?
    ¡Será por cierto sombrío y sin resplandor!

21 «Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas;
    no me agradan sus cultos solemnes.
22 Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
    no los aceptaré;
no prestaré atención
    a los sacrificios de comunión de novillos cebados.
23 Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
    no quiero oír la música de tus liras.
24 Pero ¡que fluya el derecho como las aguas
    y la justicia como arroyo inagotable!

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