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aunque se escondan en las profundidades de la tierra,
de allí los sacaré;
aunque suban a las alturas de los cielos,
de allí los haré bajar.
Si se esconden en la cumbre del monte Carmelo,
aun allá los iré a buscar;
si se esconden de mí en el fondo del mar,
mandaré al monstruo marino que vaya y los destroce;
y si van al destierro, llevados por sus enemigos,
mandaré a la espada que vaya y los mate.
¡Para mal, y no para bien,
los tendré siempre a la vista!»

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