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Entonces Dios sintió compasión de nosotros, y dijo:

—Está bien. No voy a mandar estos saltamontes contra ustedes.

El fuego

Nuestro Dios me permitió ver el fuego con que pensaba castigarnos. Ese fuego quemaría toda la tierra, y también lo más profundo del mar. Pero yo le rogué a Dios:

—¡No lo hagas, Dios mío! ¿Cómo vamos a sobrevivir, si somos un pueblo tan pequeño?

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