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David extiende sus dominios

(1 Cr. 18.1-13)

Después de esto, aconteció que David derrotó a los filisteos y los sometió, y tomó David a Meteg-ama de mano de los filisteos.

Derrotó también a los de Moab, y los midió con cordel, haciéndolos tender por tierra; y midió dos cordeles para hacerlos morir, y un cordel entero para preservarles la vida; y fueron los moabitas siervos de David, y pagaron tributo.

Asimismo derrotó David a Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba, al ir este a recuperar su territorio al río Éufrates. Y tomó David de ellos mil setecientos hombres de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, pero dejó suficientes para cien carros. Y vinieron los sirios de Damasco para dar ayuda a Hadad-ezer rey de Soba; y David hirió de los sirios a veintidós mil hombres. Puso luego David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, sujetos a tributo. Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue. Y tomó David los escudos de oro que traían los siervos de Hadad-ezer, y los llevó a Jerusalén. Asimismo de Beta y de Berotai, ciudades de Hadad-ezer, tomó el rey David gran cantidad de bronce.

Entonces oyendo Toi rey de Hamat, que David había derrotado a todo el ejército de Hadad-ezer, 10 envió Toi a Joram su hijo al rey David, para saludarle pacíficamente y para bendecirle, porque había peleado con Hadad-ezer y lo había vencido; porque Toi era enemigo de Hadad-ezer. Y Joram llevaba en su mano utensilios de plata, de oro y de bronce; 11 los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había dedicado de todas las naciones que había sometido; 12 de los sirios, de los moabitas, de los amonitas, de los filisteos, de los amalecitas, y del botín de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba.

13 Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar a los sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el Valle de la Sal.(A) 14 Y puso guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición, y todos los edomitas fueron siervos de David. Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue.

Oficiales de David

(2 S. 20.23-26; 1 Cr. 18.14-17)

15 Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo. 16 Joab hijo de Sarvia era general de su ejército, y Josafat hijo de Ahilud era cronista; 17 Sadoc hijo de Ahitob y Ahimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes; Seraías era escriba; 18 Benaía hijo de Joiada estaba sobre los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran los príncipes.

Bondad de David hacia Mefi-boset

Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?(B) Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.(C) Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?

Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. 10 Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos. 11 Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey. 12 Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset. 13 Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.

Derrotas de amonitas y sirios

(1 Cr. 19.1-19)

10 Después de esto, aconteció que murió el rey de los hijos de Amón, y reinó en lugar suyo Hanún su hijo. Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo. Y envió David sus siervos para consolarlo por su padre. Mas llegados los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón, los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún su señor: ¿Te parece que por honrar David a tu padre te ha enviado consoladores? ¿No ha enviado David sus siervos a ti para reconocer e inspeccionar la ciudad, para destruirla? Entonces Hanún tomó los siervos de David, les rapó la mitad de la barba, les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y los despidió. Cuando se le hizo saber esto a David, envió a encontrarles, porque ellos estaban en extremo avergonzados; y el rey mandó que les dijeran: Quedaos en Jericó hasta que os vuelva a nacer la barba, y entonces volved.

Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, enviaron los hijos de Amón y tomaron a sueldo a los sirios de Bet-rehob y a los sirios de Soba, veinte mil hombres de a pie, del rey de Maaca mil hombres, y de Is-tob doce mil hombres. Cuando David oyó esto, envió a Joab con todo el ejército de los valientes. Y saliendo los hijos de Amón, se pusieron en orden de batalla a la entrada de la puerta; pero los sirios de Soba, de Rehob, de Is-tob y de Maaca estaban aparte en el campo.

Viendo, pues, Joab que se le presentaba la batalla de frente y a la retaguardia, entresacó de todos los escogidos de Israel, y se puso en orden de batalla contra los sirios. 10 Entregó luego el resto del ejército en mano de Abisai su hermano, y lo alineó para encontrar a los amonitas. 11 Y dijo: Si los sirios pudieren más que yo, tú me ayudarás; y si los hijos de Amón pudieren más que tú, yo te daré ayuda. 12 Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le pareciere. 13 Y se acercó Joab, y el pueblo que con él estaba, para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él. 14 Entonces los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai, y se refugiaron en la ciudad. Se volvió, pues, Joab de luchar contra los hijos de Amón, y vino a Jerusalén.

15 Pero los sirios, viendo que habían sido derrotados por Israel, se volvieron a reunir. 16 Y envió Hadad-ezer e hizo salir a los sirios que estaban al otro lado del Éufrates, los cuales vinieron a Helam, llevando por jefe a Sobac, general del ejército de Hadad-ezer. 17 Cuando fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y pasando el Jordán vino a Helam; y los sirios se pusieron en orden de batalla contra David y pelearon contra él. 18 Mas los sirios huyeron delante de Israel; y David mató de los sirios a la gente de setecientos carros, y cuarenta mil hombres de a caballo; hirió también a Sobac general del ejército, quien murió allí. 19 Viendo, pues, todos los reyes que ayudaban a Hadad-ezer, cómo habían sido derrotados delante de Israel, hicieron paz con Israel y le sirvieron; y de allí en adelante los sirios temieron ayudar más a los hijos de Amón.

David y Betsabé

11 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.(D)

Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.

Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David. Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra. Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa. 10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa? 11 Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa. 12 Y David dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. 13 Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa.

14 Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. 15 Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. 16 Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. 17 Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo. 18 Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra. 19 Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra, 20 si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que suelen arrojar desde el muro? 21 ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió en Tebes?(E) ¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías heteo es muerto.

22 Fue el mensajero, y llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado. 23 Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta; 24 pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; y murió también tu siervo Urías heteo. 25 Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale.

26 Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. 27 Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.

Natán amonesta a David

12 Jehová envió a Natán a David;(F) y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y este no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.

Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. 10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. 11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. 12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.(G) 13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. 14 Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. 15 Y Natán se volvió a su casa.

Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. 16 Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. 17 Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. 18 Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto? 19 Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. 20 Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió. 21 Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. 22 Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? 23 Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.

24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová, 25 y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías,[a] a causa de Jehová.

David captura Rabá

(1 Cr. 20.1-3)

26 Joab peleaba contra Rabá de los hijos de Amón, y tomó la ciudad real. 27 Entonces envió Joab mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad de las aguas. 28 Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada de mi nombre. 29 Y juntando David a todo el pueblo, fue contra Rabá, y combatió contra ella, y la tomó. 30 Y quitó la corona de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Y sacó muy grande botín de la ciudad. 31 Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.

Footnotes

  1. 2 Samuel 12:25 Esto es, Amado de Jehová.

Victorias de David(A)

Pasado algún tiempo, David derrotó a los filisteos y los subyugó, quitándoles el control de Méteg Amá.

También derrotó a los moabitas, a quienes obligó a tenderse en el suelo y midió con un cordel; a los que cabían a lo largo de dos medidas los condenó a muerte, pero dejó con vida a los que quedaban dentro de la medida siguiente. Fue así como los moabitas pasaron a ser vasallos tributarios de David.

Además, David derrotó a Hadad Ezer, hijo del rey Rejob de Sobá, cuando Hadad Ezer trató de restablecer su dominio sobre la región del río Éufrates. David capturó mil carros, siete mil jinetes[a] y veinte mil soldados de infantería; también rompió las patas de los caballos de tiro, aunque dejó los caballos suficientes para cien carros.

Luego, cuando los arameos de Damasco acudieron en auxilio de Hadad Ezer, rey de Sobá, David aniquiló a veintidós mil de ellos. También puso guarniciones en Damasco, de modo que los arameos pasaron a ser vasallos tributarios de David. En todas las campañas de David, el Señor le daba la victoria.

En cuanto a los escudos de oro que llevaban los oficiales de Hadad Ezer, David se apropió de ellos y los trasladó a Jerusalén. Así mismo se apoderó de una gran cantidad de bronce que había en las ciudades de Tébaj[b] y Berotay, poblaciones de Hadad Ezer.

Tou,[c] rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado por completo al ejército de Hadad Ezer. 10 Como Tou también era enemigo de Hadad Ezer, envió a su hijo Jorán[d] a desearle bienestar al rey David y a felicitarlo por haber derrotado a Hadad Ezer en batalla. Jorán llevó consigo objetos de plata, de oro y de bronce, 11 los cuales el rey David consagró al Señor, tal como lo había hecho con la plata y el oro de todas las naciones que él había subyugado: 12 Edom,[e] Moab, Amón, Filistea y Amalec. También consagró el botín que había quitado a Hadad Ezer, hijo del rey Rejob de Sobá.

13 La fama de David creció aún más cuando regresó victorioso del valle de la Sal, donde aniquiló a dieciocho mil edomitas.

14 También puso guarniciones en Edom; las estableció por todo el país, de modo que los edomitas pasaron a ser vasallos tributarios de David. En todas sus campañas el Señor le daba la victoria.

Los oficiales de David(B)

15 David reinó sobre todo Israel, gobernando al pueblo entero con justicia y rectitud. 16 Joab, hijo de Sarvia, era general del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era el secretario; 17 Sadoc, hijo de Ajitob, y Ajimélec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Seraías era el cronista; 18 Benaías, hijo de Joyadá, estaba al mando de los soldados quereteos y peleteos, y los hijos de David eran sacerdotes.

David y Mefiboset

El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán y, como la familia de Saúl había tenido un administrador que se llamaba Siba, mandaron por él. Cuando Siba se presentó ante el rey David, este preguntó:

—¿Tú eres Siba?

—A sus órdenes —respondió.

—¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? —volvió a preguntar el rey.

—Sí, todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies —le respondió Siba al rey.

—¿Y dónde está?

—En Lo Debar; vive en casa de Maquir, hijo de Amiel.

Entonces el rey David mandó a buscarlo a casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lo Debar.

Cuando Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl, estuvo en presencia de David, se inclinó ante él rostro en tierra.

—¿Tú eres Mefiboset? —preguntó David.

—A sus órdenes —respondió él.

—No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

Mefiboset se postró y dijo:

—¿Y quién es este siervo suyo para que usted se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!

Pero David llamó a Siba, el administrador de Saúl, y dijo:

—Todo lo que pertenecía a tu amo Saúl y a su familia se lo entrego a su nieto Mefiboset. 10 Te ordeno que cultives para él la tierra y guardes la cosecha para el sustento de su casa. Que te ayuden tus quince hijos y tus veinte criados. En cuanto al nieto de tu amo, siempre comerá en mi mesa.

11 —Tu servidor hará todo lo que mi señor el rey me ordene —respondió Siba.

A partir de ese día Mefiboset se sentó a la mesa de David[f] como uno más de los hijos del rey.

12 Toda la familia de Siba estaba al servicio de Mefiboset, quien tenía un hijo pequeño llamado Micaías. 13 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.

David derrota a los amonitas(C)

10 Pasado algún tiempo, murió el rey de los amonitas y su hijo Janún lo sucedió en el trono. Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún, hijo de Najás, tal como su padre lo fue conmigo». Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre.

Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas, los comandantes de ese pueblo aconsejaron a Janún, su rey: «¿Y acaso cree usted que David ha enviado a estos mensajeros solo para darle el pésame y porque quiere honrar a su padre? ¿No será más bien que los ha enviado a explorar y espiar la ciudad para luego destruirla?». Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran media barba y cortaran su ropa por la mitad, dejándolos desnudos de la cintura hacia abajo. Y así los despidió.

Los hombres de David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: «Quédense en Jericó y no regresen hasta que les crezca la barba».

Al darse cuenta los amonitas de que habían ofendido a David, hicieron trámites para contratar mercenarios: de entre los arameos de Bet Rejob y de Sobá, veinte mil soldados de infantería; del rey de Macá, mil hombres; y de Tob, doce mil hombres.

Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército. Los amonitas avanzaron hasta la entrada de su ciudad y se alistaron para la batalla, mientras que los arameos de Sobá y Rejob se quedaron aparte, en campo abierto, junto con los hombres de Tob y de Macá.

Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los arameos. 10 El resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas. 11 A Abisay le ordenó: «Si los arameos pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y si los amonitas pueden más que tú, yo iré a tu rescate. 12 ¡Ánimo! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que bien le parezca!».

13 Enseguida Joab y sus tropas avanzaron contra los arameos y estos huyeron de él. 14 Al ver que los arameos se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab suspendió el ataque contra los amonitas y regresó a Jerusalén.

15 Los arameos, al verse derrotados por Israel, volvieron a reunirse. 16 Además, Hadad Ezer mandó movilizar a los arameos que estaban al otro lado del río Éufrates, los cuales fueron a Jelán bajo el mando de Sobac, comandante del ejército de Hadad Ezer.

17 Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y marchó hacia Jelán. Los arameos se enfrentaron con David y lo atacaron, 18 pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a setecientos soldados que guiaban los carros de guerra y a cuarenta mil de infantería.[g] También hirió a Sobac, comandante del ejército arameo, quien murió allí mismo. 19 Al ver que los arameos habían sido derrotados por los israelitas, todos los reyes vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con los israelitas y se sometieron a ellos.

Y nunca más se atrevieron los arameos a ir en auxilio de los amonitas.

David y Betsabé

11 En la primavera, que era la época en que los reyes[h] salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.

Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era y le informaron: «Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita». Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia y, cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación,[i] así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David.

Entonces David envió este mensaje a Joab: «Mándame aquí a Urías el hitita». Y Joab así lo hizo. Cuando Urías llegó, David preguntó cómo estaban Joab y los soldados, y cómo iba la campaña. Luego dijo: «Vete a tu casa y lávate los pies».[j] Tan pronto como salió del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey, pero en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real.

10 David se enteró de que Urías no había ido a su casa, así que preguntó:

—Has hecho un viaje largo, ¿por qué no fuiste a tu casa?

11 —En este momento —respondió Urías—, tanto el arca como los hombres de Israel y de Judá se guarecen en simples enramadas, y mi señor Joab y sus oficiales acampan al aire libre, ¿y yo voy a entrar en mi casa para darme un banquete y acostarme con mi esposa? ¡Tan cierto como que usted vive, yo no puedo hacer tal cosa!

12 —Bueno, entonces quédate hoy aquí y mañana te enviaré de regreso —respondió David.

Urías se quedó ese día en Jerusalén. Pero al día siguiente 13 David lo invitó a un banquete y logró emborracharlo. A pesar de eso, Urías no fue a su casa, sino que volvió a pasar la noche donde dormía la guardia real.

14 A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la envió por medio de Urías. 15 La carta decía: «Pongan a Urías al frente de la batalla, donde la lucha sea más dura. Luego déjenlo solo para que lo hieran y lo maten».

16 Por tanto, cuando Joab ya había sitiado la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. 17 Los de la ciudad salieron para enfrentarse a Joab, y entre los oficiales de David que cayeron en batalla también perdió la vida Urías el hitita.

18 Entonces Joab envió a David un informe con todos los detalles del combate 19 y dio esta orden al mensajero: «Cuando hayas terminado de contarle al rey todos los pormenores del combate, 20 tal vez se enoje y te pregunte: “¿Por qué se acercaron tanto a la ciudad para atacarla? ¿Acaso no sabían que les dispararían desde la muralla? 21 ¿Quién mató a Abimélec, hijo de Yerubéset?[k] ¿No fue acaso una mujer la que arrojó una piedra de molino desde la muralla de Tebes y lo mató? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?”. Pues, si te hace estas preguntas, respóndele: “También ha muerto Urías el hitita, su siervo”».

22 El mensajero partió y al llegar contó a David todo lo que Joab había mandado decir.

23 —Los soldados enemigos nos estaban venciendo —dijo el mensajero—, pero cuando nos atacaron a campo abierto pudimos rechazarlos hasta la entrada de la ciudad. 24 Entonces los arqueros dispararon desde la muralla a los soldados de Su Majestad, de modo que murieron varios de los nuestros. También ha muerto Urías el hitita, su siervo.

25 Entonces David dijo al mensajero:

—Dile a Joab de mi parte que no se aflija tanto por lo que ha pasado, pues la espada devora sin discriminar. Dile también que reanude el ataque contra la ciudad, hasta destruirla. Y anímalo.

26 Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo duelo por él. 27 Después del luto, David mandó que se la llevaran al palacio y la tomó por esposa. Con el tiempo, ella le dio un hijo. Sin embargo, lo que David había hecho desagradó al Señor.

Natán reprende a David(D)

12 El Señor envió a Natán para que hablara con David. Cuando se presentó ante David, dijo:

—Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico y el otro, pobre. El rico tenía muchísimas ovejas y vacas; en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su plato, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija. Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico y, como este no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita.

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que respondió a Natán:

—¡Tan cierto como que el Señor vive, quien hizo esto merece la muerte! ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja!

Entonces Natán dijo a David:

—¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel y te libré de la mano de Saúl. Te di el palacio de tu amo y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! 10 Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer”.

11 »Pues bien, así dice el Señor: “Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. 12 Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel”».

13 —¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán.

—El Señor ha perdonado ya tu pecado y no morirás —contestó Natán—. 14 Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has mostrado desprecio al[l] Señor.

15 Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Urías había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo. 16 David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo. 17 Los oficiales de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía y aun se negaba a comer con ellos.

18 Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: «Si cuando el niño estaba vivo hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?». 19 Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y preguntó:

—¿Ha muerto el niño?

—Sí, ya ha muerto —respondieron.

20 Entonces David se levantó del suelo y enseguida se bañó y se perfumó; luego se cambió de ropas y fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos y comió.

21 —¿Qué forma de actuar es esta? —preguntaron sus oficiales—. Cuando el niño estaba vivo, usted ayunaba y lloraba; pero ahora que se ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer!

22 David respondió:

—Es verdad que cuando el niño estaba vivo yo ayunaba y lloraba, pues pensaba: “¿Quién sabe? Tal vez el Señor tenga compasión de mí y permita que el niño viva”. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿qué razón tengo para ayunar? ¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí.

24 Luego David fue a consolar a su esposa y se unió a ella. Betsabé le dio un hijo, al que llamó Salomón. El Señor amó al niño 25 y mandó a decir por medio del profeta Natán que le pusieran por nombre Jedidías,[m] por disposición del Señor.

26 Mientras tanto, Joab había atacado la ciudad amonita de Rabá y capturado la fortaleza[n] real. 27 Entonces envió unos mensajeros a decirle a David: «Acabo de atacar a Rabá y he capturado los depósitos[o] de agua. 28 Ahora, pues, le pido a usted que movilice el resto de las tropas para sitiar y capturar la ciudad. Si no, lo haré yo mismo y le pondrán mi nombre».

29 Por tanto, David, movilizando todas las tropas, marchó contra Rabá, la atacó y la capturó. 30 Al rey de los amonitas[p] le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba un talento[q] y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. 31 Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, picos y hachas de hierro, y también los forzó a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todos los pueblos amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas.

Footnotes

  1. 8:4 mil carros, siete mil jinetes (LXX; véanse Qumrán y 1Cr 18:4); mil setecientos jinetes (TM).
  2. 8:8 Tébaj (Siríaca; véanse mss. de LXX y 1Cr 18:8); Beta (TM).
  3. 8:9 Tou (véanse mss. de LXX, Vulgata, Siríaca, 1Cr 18:9-10); Toy (TM); también en v. 10.
  4. 8:10 Jorán. También llamado Adorán (véase 1Cr 18:10).
  5. 8:12 Edom (mss. hebreos, LXX y Siríaca; véase 1Cr 18:11); Aram (TM); también en v. 13 (edomitas).
  6. 9:11 la mesa de David (LXX); mi mesa (TM).
  7. 10:18 de infantería (mss. de LXX; véase también 1Cr 19:18); jinetes (TM).
  8. 11:1 reyes (LXX, Vulgata y varios mss. hebreos); mensajeros (TM).
  9. 11:4 Hacía … menstruación. Es decir, no había quedado embarazada por Urías y era tiempo propicio para la concepción.
  10. 11:8 lávate los pies. Esta expresión podría referirse a tener relaciones sexuales con su esposa.
  11. 11:21 Yerubéset. Es decir, Yerubaal o Gedeón (véanse Jue 8:35; 9:1,53).
  12. 12:14 al. TM: a los enemigos del.
  13. 12:25 En hebreo, Jedidías significa amado por el Señor.
  14. 12:26 fortaleza. Lit. ciudad.
  15. 12:27 los depósitos. Lit. la ciudad.
  16. 12:30 al rey de los amonitas. Alt. a Milcón (es decir, el dios Moloc).
  17. 12:30 Es decir, aprox. 34 kg.

Campañas militares de David(A)

Después de esto David venció a los filisteos, sometiéndolos y arrebatándoles de las manos las riendas del poder. También derrotó a los moabitas, a quienes hizo que se tendieran en el suelo y los midió con un cordel: los que quedaban dentro de cada dos medidas de cordel, eran condenados a muerte, y los que quedaban dentro de una medida eran dejados con vida. Así los moabitas fueron sometidos a David y tuvieron que pagarle tributo.

David venció también a Hadad-ézer, hijo de Rehob, que era rey de Sobá, cuando éste iba a recuperar su dominio sobre la región del río Éufrates. De ellos, David hizo prisioneros a mil setecientos soldados de caballería y a veinte mil de infantería; y además les rompió las patas a todos los caballos de los carros de combate, con la excepción de los caballos necesarios para cien carros.

Llegaron luego los sirios de Damasco para prestar ayuda a Hadad-ézer, el rey de Sobá, pero David venció a los sirios, matando a veintidós mil de ellos. Luego puso David guarniciones en Siria de Damasco, y los sirios quedaron sometidos a él y sujetos al pago de tributo. Así pues, el Señor le daba la victoria a David por dondequiera que iba.

Después David se apoderó de los escudos de oro que usaban los oficiales de Hadad-ézer, y los llevó a Jerusalén. También se apoderó de una gran cantidad de bronce de Bétah y de Berotai, ciudades que pertenecían a Hadad-ézer.

Cuando Toi, rey de Hamat, se enteró de que David había derrotado a todo el ejército de Hadad-ézer, 10 envió a su hijo Joram con objetos de plata, de oro y de bronce, para que saludara y felicitara al rey David por haber luchado con Hadad-ézer y haberlo vencido, pues Toi también había estado en guerra con él. 11 David dedicó todos estos objetos al Señor, junto con el oro y la plata que le había consagrado, y que venía de todas las naciones que había sometido: 12 de Edom, de Moab, de Amón, de los filisteos y de los amalecitas, y de lo que le había quitado en la guerra a Hadad-ézer, hijo de Rehob, rey de Sobá.

13 David se hizo famoso. Y cuando regresaba de haber vencido a los edomitas, derrotó a dieciocho mil edomitas en el Valle de la Sal. 14 Luego puso guarniciones en todo Edom, y todos los edomitas quedaron sometidos a David, a quien el Señor daba la victoria por dondequiera que iba.

Oficiales de David(B)

15 David reinó sobre todo Israel, actuando con justicia y rectitud para con todo su pueblo. 16 El jefe del ejército era Joab, hijo de Seruiá; y Josafat, hijo de Ahilud, era el secretario del rey. 17 Sadoc, hijo de Ahitub, y Ahimélec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Seraías era el cronista, 18 y Benaías, hijo de Joiadá, estaba al mando de la guardia de quereteos y peleteos. Los hijos de David eran sacerdotes.

David favorece a Mefi-bóset

Un día David preguntó: «¿Ha quedado algún superviviente de la familia de Saúl, a quien yo pueda favorecer en memoria de Jonatán?»

Había un sirviente de la familia de Saúl, llamado Sibá, al cual llamaron para que se presentara ante David. Cuando Sibá se presentó, le preguntó el rey:

—¿Eres tú Sibá?

—Para servir a Su Majestad —respondió él.

Entonces el rey le preguntó:

—¿Queda todavía alguien de la familia de Saúl por quien yo pueda hacer algo en el nombre de Dios?

Y Sibá le respondió:

—Queda todavía un hijo de Jonatán, que es inválido de los dos pies.

—¿Dónde está? —dijo el rey.

—En Lodebar, en casa de Maquir, hijo de Amiel —respondió Sibá.

Entonces el rey David ordenó que lo trajeran de aquel lugar; y cuando Mefi-bóset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante David, se inclinó en señal de reverencia.

—¡Mefi-bóset! —exclamó David.

—A las órdenes de Su Majestad —respondió él.

David le dijo:

—No tengas miedo, porque yo te voy a tratar muy bien, en memoria de Jonatán, tu padre. Haré que se te devuelvan todas las tierras de tu abuelo Saúl, y comerás siempre a mi mesa.

Pero Mefi-bóset se inclinó y dijo:

—¿Por qué se fija Su Majestad en este siervo suyo, si soy como un perro muerto?

Sin embargo, el rey llamó a Sibá, el antiguo sirviente de Saúl, y le dijo:

—Le he entregado al nieto de tu amo todo lo que perteneció a él y a su familia. 10 Por lo tanto tú, con tus hijos y tus criados, labrarás la tierra para él y almacenarás lo que produzca, para que así pueda mantenerse la familia de tu amo, aunque Mefi-bóset, su nieto, comerá siempre a mi mesa.

Sibá, que tenía quince hijos y veinte criados, 11 respondió al rey:

—Todo lo que ha ordenado Su Majestad a este siervo suyo, se hará.

Y Mefi-bóset comía siempre a la mesa de David, como uno de los hijos del rey. 12 Además tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaías, y todos los que vivían en casa de Sibá estaban al servicio de Mefi-bóset. 13 Pero Mefi-bóset, que era inválido de ambos pies, vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey.

David derrota a los sirios y amonitas(C)

10 Después de algún tiempo murió Nahas, el rey de los amonitas, y en su lugar reinó su hijo Hanún. Entonces David pensó que debía tratar a Hanún, el hijo de Nahas, con la misma bondad con que su padre lo había tratado a él, y envió a unos de sus oficiales para que le dieran a Hanún el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los oficiales de David llegaron al país amonita, los jefes amonitas le dijeron a Hanún, su soberano: «¿Y cree Su Majestad que David ha enviado esos hombres a dar el pésame, tan sólo para honrar al padre de Su Majestad? ¡Seguramente los ha enviado para inspeccionar y espiar la ciudad, y luego destruirla!»

Entonces Hanún ordenó que apresaran a los oficiales de David, y que les afeitaran media barba y les rasgaran la ropa por la mitad, hasta las nalgas. Después los despidió. Cuando David lo supo, mandó que fueran a recibirlos, porque estarían sumamente avergonzados, y que les ordenaran quedarse en Jericó hasta que les creciera la barba, y que entonces regresaran.

Los amonitas comprendieron que se habían hecho odiosos a David, por lo que tomaron a sueldo a veinte mil soldados sirios de Bet-rehob y de Sobá, al rey de Maacá con mil hombres, y a doce mil hombres de Is-tob. Pero David lo supo y mandó a Joab con todos los soldados del ejército. Los amonitas avanzaron y se prepararon para la batalla a la entrada misma de la ciudad, mientras que los soldados sirios de Sobá y Rehob, y las tropas de Is-tob y Maacá, tomaron posiciones en el campo. Cuando Joab vio que iba a ser atacado por el frente y por la retaguardia, escogió los mejores soldados israelitas y se preparó para atacar a los sirios. 10 Luego puso el resto de la tropa bajo el mando de su hermano Abisai, para que éste hiciera frente a los amonitas, 11 y le dijo: «Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a ayudarme, y si los amonitas pueden más que tú, iré a ayudarte yo. 12 Ten ánimo, y luchemos con valor por nuestra nación y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que le parezca mejor!»

13 Joab avanzó con sus tropas para atacar a los sirios, pero éstos huyeron ante él. 14 Y cuando los amonitas vieron que los sirios huían, ellos también huyeron de Abisai y se metieron en la ciudad. Joab dejó entonces de luchar contra los amonitas y regresó a Jerusalén.

15 Cuando los sirios se dieron cuenta de que Israel los había vencido, se juntaron otra vez. 16 Hadad-ézer mandó traer a los sirios que estaban al otro lado del río Éufrates, los cuales llegaron a Helam. Al frente de ellos estaba Sobac, jefe del ejército de Hadad-ézer. 17 Pero le contaron esto a David, quien, movilizando en seguida a todo Israel, atravesó el río Jordán y llegó a Helam. Allí los sirios se enfrentaron con David y lucharon contra él, 18 pero finalmente huyeron de los israelitas, pues las bajas que les causó David fueron de cuarenta mil soldados de caballería y setecientos de los carros de combate; además, David hirió de muerte a Sobac, el jefe del ejército sirio, el cual murió allí. 19 Al ver todos los reyes aliados de Hadad-ézer que los israelitas los habían derrotado, hicieron la paz con los israelitas y quedaron sometidos a ellos. A partir de entonces, los sirios tuvieron miedo de volver a ayudar a los amonitas.

David y Betsabé

11 En cierta ocasión, durante la primavera, que es cuando los reyes acostumbran salir a campaña, David envió a Joab y a sus oficiales, con todo el ejército israelita, y destruyeron a los amonitas y sitiaron la ciudad de Rabá. David, sin embargo, se quedó en Jerusalén.

2-4 Una tarde, al levantarse David de su cama y pasearse por la azotea del palacio real, vio desde allí a una mujer muy hermosa que se estaba bañando. Esta mujer estaba apenas purificándose de su período de menstruación. David mandó que averiguaran quién era ella, y le dijeron que era Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita. David ordenó entonces a unos mensajeros que se la trajeran, y se acostó con ella, después de lo cual ella volvió a su casa.

La mujer quedó embarazada, y así se lo hizo saber a David. Entonces David ordenó a Joab que mandara traer a Urías el hitita, y así lo hizo Joab. Y cuando Urías se presentó ante David, éste le preguntó cómo estaban Joab y el ejército, y qué noticias había de la guerra. Después le ordenó que se fuera a su casa y se lavara los pies.

En cuanto Urías salió del palacio real, el rey le envió comida especial como regalo; pero Urías, en lugar de ir a su casa, pasó la noche a las puertas del palacio, con los soldados de la guardia real. 10 Cuando le contaron a David que Urías no había ido a su casa, David le preguntó:

—¿Por qué no fuiste a tu casa, después del viaje que has hecho?

11 Y Urías le respondió:

—Tanto el arca sagrada como los soldados de Israel y de Judá tienen como techo simples enramadas; igualmente Joab, mi jefe, y los oficiales de Su Majestad, duermen a campo abierto; ¿y yo habría de entrar en mi casa para comer y beber y acostarme con mi mujer? ¡Por vida de Su Majestad que yo no haré tal cosa!

12 Pero David le ordenó:

—Quédate hoy todavía, y mañana dejaré que te vayas.

Y así Urías se quedó en Jerusalén hasta el día siguiente. 13 David lo invitó a comer y beber con él, y lo emborrachó. Ya por la noche, Urías salió y se fue a dormir con los soldados de la guardia real, pero no fue a su casa.

14 A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab, y la envió por medio de Urías. 15 En la carta decía: «Pongan a Urías en las primeras líneas, donde sea más dura la batalla, y luego déjenlo solo para que caiga herido y muera.»

16 Así pues, cuando Joab rodeó la ciudad para atacarla, puso a Urías en el lugar donde él sabía que estaban los soldados más valientes, 17 y en un momento en que los que defendían la ciudad salieron para luchar contra Joab, cayeron en combate algunos de los oficiales de David, entre los cuales se encontraba Urías.

18 Joab envió a David un informe detallado de la batalla, 19 y le dio al mensajero las siguientes instrucciones: «Cuando acabes de informar al rey de todo lo relacionado con la batalla, 20 puede ser que el rey se enoje y te pregunte: “¿Por qué se acercaron tanto al atacar la ciudad? ¿Acaso no saben que ellos lanzan objetos desde la muralla, 21 igual que cuando en Tebés una mujer mató a Abimélec, el hijo de Jerubaal, arrojándole desde la muralla una piedra de molino? ¿Por qué, pues, se acercaron tanto a la muralla?” Entonces tú le contestarás: “También ha muerto Urías el hitita, oficial de Su Majestad.”»

22 El mensajero se fue, y al llegar contó a David todo lo que Joab le había ordenado. David, en efecto, se enojó mucho contra Joab, y le dijo al mensajero:

—¿Por qué se acercaron tanto al atacar la ciudad? ¿Acaso no saben que ellos lanzan objetos desde la muralla, igual que cuando en Tebés una mujer mató a Abimélec, el hijo de Jerubaal, arrojándole desde la muralla una piedra de molino? ¿Por qué, pues, se acercaron tanto a la muralla?

23 Entonces el mensajero le respondió:

—Los soldados que salieron a luchar contra nosotros a campo abierto nos llevaban ventaja, pero los hicimos retroceder hasta la entrada de la ciudad. 24 Fue entonces cuando los arqueros dispararon sus flechas desde la muralla contra las tropas de Su Majestad, y murieron algunos de los oficiales, entre ellos Urías el hitita.

25 Entonces David respondió al mensajero:

—Dile a Joab que no se preocupe demasiado por esto, pues son cosas de la guerra. Pero que ataque la ciudad con más brío, hasta destruirla. Y tú dale ánimo.

26 Cuando la mujer de Urías supo que su marido había muerto, guardó luto por él; 27 pero después que pasó el luto, David mandó que la trajeran y la recibió en su palacio, la hizo su mujer y ella le dio un hijo. Pero al Señor no le agradó lo que David había hecho.

Natán reprende a David

12 El Señor envió al profeta Natán a ver a David. Cuando Natán se presentó ante él, le dijo:

—En una ciudad había dos hombres. Uno era rico y el otro pobre. El rico tenía gran cantidad de ovejas y vacas, pero el pobre no tenía más que una ovejita que había comprado. Y él mismo la crió, y la ovejita creció en compañía suya y de sus hijos; comía de su misma comida, bebía en su mismo vaso y dormía en su pecho. ¡Aquel hombre la quería como a una hija! Un día, un viajero llegó a visitar al hombre rico; pero éste no quiso tomar ninguna de sus ovejas o vacas para preparar comida a su visitante, sino que le quitó al hombre pobre su ovejita y la preparó para dársela al que había llegado.

David se enfureció mucho contra aquel hombre, y le dijo a Natán:

—¡Te juro por Dios que quien ha hecho tal cosa merece la muerte! ¡Y debe pagar cuatro veces el valor de la ovejita, porque actuó sin mostrar ninguna compasión!

Entonces Natán le dijo:

—¡Tú eres ese hombre! Y esto es lo que ha declarado el Señor, el Dios de Israel: “Yo te escogí como rey de Israel, y te libré del poder de Saúl; te di el palacio y las mujeres de tu señor, y aun el reino de Israel y Judá. Por si esto fuera poco, te habría añadido muchas cosas más. ¿Por qué despreciaste mi palabra, e hiciste lo que no me agrada? Has asesinado a Urías el hitita, usando a los amonitas para matarlo, y te has apoderado de su mujer. 10 Puesto que me has menospreciado al apoderarte de la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer, jamás se apartará de tu casa la violencia. 11 Yo, el Señor, declaro: Voy a hacer que el mal contra ti surja de tu propia familia, y en tu propia cara tomaré a tus mujeres y se las entregaré a uno de tu familia, el cual se acostará con ellas a plena luz del sol. 12 Si tú has actuado en secreto, yo voy a actuar en presencia de todo Israel y a plena luz del sol.”

13 David admitió ante Natán:

—He pecado contra el Señor.

Y Natán le respondió:

—El Señor no te va a castigar a ti por tu pecado, y no morirás. 14 Pero como has ofendido gravemente al Señor, tu hijo recién nacido tendrá que morir.

15 Y cuando Natán volvió a su casa, el Señor hizo que el niño que David había tenido con la mujer de Urías se enfermara gravemente. 16 Entonces David rogó a Dios por el niño, y ayunó y se pasó las noches acostado en el suelo. 17 Los ancianos que vivían en su palacio iban a rogarle que se levantara del suelo, pero él se negaba a hacerlo, y tampoco comía con ellos.

18 Siete días después murió el niño, y los oficiales de David tenían miedo de decírselo, pues pensaban: «Si cuando el niño aún vivía, le hablábamos y no nos hacía caso, ¿cómo vamos ahora a decirle que el niño ha muerto? ¡Puede cometer una barbaridad!»

19 Pero al ver David que sus oficiales hacían comentarios entre sí, comprendió que el niño había muerto; así que les preguntó:

—¿Ha muerto el niño?

—Sí, ya ha muerto —respondieron ellos.

20 Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó y se cambió de ropa, y entró en el templo para adorar al Señor. Después fue a su casa, y pidió de comer y comió. 21 Entonces sus oficiales le preguntaron:

—¿Pero qué está haciendo Su Majestad? Cuando el niño aún vivía, Su Majestad ayunaba y lloraba por él; y ahora que el niño ha muerto, ¡Su Majestad se levanta y se pone a comer!

22 David respondió:

—Cuando el niño vivía, yo ayunaba y lloraba pensando que quizá el Señor tendría compasión de mí y lo dejaría vivir. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿qué objeto tiene que yo ayune, si no puedo hacer que vuelva a la vida? ¡Yo iré a reunirme con él, pero él no volverá a reunirse conmigo!

Nacimiento de Salomón

24 Después David consoló a Betsabé, su mujer. Fue a visitarla y se unió a ella, y ella dio a luz un hijo al que David llamó Salomón. El Señor amó a este niño, 25 y así se lo hizo saber a David por medio del profeta Natán. David entonces, en atención al Señor, llamó al niño Jedidías.

David conquista Rabá(D)

26 Mientras tanto, Joab lanzó un ataque contra la ciudad amonita de Rabá, y cuando ya estaba a punto de capturar la ciudad real, 27 envió a David el siguiente mensaje: «He estado atacando Rabá, y ya he capturado la ciudadela que protegía el abastecimiento de agua. 28 Por lo tanto reúna ahora Su Majestad el resto de las tropas, y ataque la ciudad y captúrela, para que no sea yo quien lo haga y le pongan mi nombre.»

29 Entonces David reunió todas sus tropas y marchó contra Rabá, la atacó y la capturó. 30 Después tomó de la cabeza de su rey la corona de oro, que tenía piedras preciosas y pesaba treinta y tres kilos, y se la pusieron a David. También sacó David de la ciudad muchísimas cosas de valor, 31 y a la gente que aún quedaba en la ciudad la sacó de allí y la puso a trabajar con sierras y con trillos y hachas de hierro, así como en los hornos de ladrillo. Lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas, y después regresó con todas sus tropas a Jerusalén.