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Reinado de Joás de Judá

(2 R. 12.1-21)

24 De siete años era Joás cuando comenzó a reinar, y cuarenta años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba. E hizo Joás lo recto ante los ojos de Jehová todos los días de Joiada el sacerdote. Y Joiada tomó para él dos mujeres; y engendró hijos e hijas.

Después de esto, aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová. Y reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de Judá, y recoged dinero de todo Israel, para que cada año sea reparada la casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el asunto. Pero los levitas no pusieron diligencia. Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio?(A) Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová.

Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová; e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto. 10 Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla. 11 Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al secretario del rey por mano de los levitas, cuando veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo sacerdote, y llevaban el arca, y la vaciaban, y la volvían a su lugar. Así lo hacían de día en día, y recogían mucho dinero, 12 y el rey y Joiada lo daban a los que hacían el trabajo del servicio de la casa de Jehová; y tomaban canteros y carpinteros que reparasen la casa de Jehová, y artífices en hierro y bronce para componer la casa. 13 Hacían, pues, los artesanos la obra, y por sus manos la obra fue restaurada, y restituyeron la casa de Dios a su antigua condición, y la consolidaron. 14 Y cuando terminaron, trajeron al rey y a Joiada lo que quedaba del dinero, e hicieron de él utensilios para la casa de Jehová, utensilios para el servicio, morteros, cucharas, vasos de oro y de plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en la casa de Jehová todos los días de Joiada.

15 Mas Joiada envejeció, y murió lleno de días; de ciento treinta años era cuando murió. 16 Y lo sepultaron en la ciudad de David con los reyes, por cuanto había hecho bien con Israel, y para con Dios, y con su casa.

17 Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y ofrecieron obediencia al rey; y el rey los oyó. 18 Y desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado. 19 Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los cuales les amonestaron; mas ellos no los escucharon.

20 Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también os abandonará. 21 Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová.(B) 22 Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande.

23 A la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria; y vinieron a Judá y a Jerusalén, y destruyeron en el pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el botín al rey a Damasco. 24 Porque aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, Jehová entregó en sus manos un ejército muy numeroso, por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres. Así ejecutaron juicios contra Joás.

25 Y cuando se fueron los sirios, lo dejaron agobiado por sus dolencias; y conspiraron contra él sus siervos a causa de la sangre de los hijos de Joiada el sacerdote, y lo hirieron en su cama, y murió. Y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. 26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad hijo de Simeat amonita, y Jozabad hijo de Simrit moabita. 27 En cuanto a los hijos de Joás, y la multiplicación que hizo de las rentas, y la restauración de la casa de Jehová, he aquí está escrito en la historia del libro de los reyes. Y reinó en su lugar Amasías su hijo.

Joás, rey de Judá(A)(B)

24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre era Sibia, oriunda de Berseba. Mientras el sacerdote Joyadá vivió, Joás hizo lo que agradaba al Señor. Joyadá eligió dos esposas para Joás y con ellas Joás tuvo hijos e hijas.

Algún tiempo después, Joás decidió reparar el Templo del Señor. Reunió a los sacerdotes y a los levitas y dijo: «Vayan por las ciudades de Judá y recojan dinero de todos los israelitas, para reparar cada año el Templo de su Dios. Háganlo inmediatamente». Sin embargo, los levitas fueron negligentes.

Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y dijo: «¿Por qué no has presionado a los levitas para que vayan y recojan en Judá y en Jerusalén la contribución que Moisés, siervo del Señor, y la asamblea de Israel impusieron para la Tienda donde se guardan las tablas del pacto?».

Resulta que la malvada de Atalía y sus hijos habían destrozado el Templo de Dios, y hasta habían ofrecido a los baales los objetos sagrados del Templo del Señor.

Por eso el rey ordenó que se hiciera un cofre y se colocara afuera, junto a la puerta del Templo del Señor. Luego mandó que se pregonara por Judá y Jerusalén que trajeran al Señor la contribución que Moisés, siervo de Dios, había ordenado a Israel en el desierto. 10 Todos los oficiales y todo el pueblo llevaron alegremente sus contribuciones y las depositaron en el cofre hasta llenarlo. 11 Los levitas llevaban el cofre a los funcionarios del rey para que lo examinaran. Cuando veían que había mucho dinero, se presentaban el secretario real y un oficial nombrado por el sumo sacerdote y, luego de vaciar el cofre, volvían a colocarlo en su lugar. Esto lo hacían todos los días; así recogieron mucho dinero. 12 El rey y Joyadá entregaban el dinero a los que supervisaban la restauración del Templo del Señor y estos contrataban canteros, carpinteros y expertos en el manejo del hierro y del bronce, para repararlo.

13 Los supervisores de la restauración trabajaron diligentemente hasta terminar la obra. Repararon el Templo de Dios y lo dejaron en buen estado y conforme al diseño original. 14 Cuando terminaron, llevaron al rey y a Joyadá el dinero que sobró, y estos lo utilizaron para hacer utensilios para el Templo del Señor: utensilios para el culto y para los holocaustos, y cucharones y vasos de oro y de plata. Todos los días, mientras Joyadá vivió, se ofrecieron holocaustos en el Templo del Señor.

15 Pero Joyadá envejeció y murió muy anciano. Cuando murió, tenía ciento treinta años. 16 Fue sepultado junto con los reyes en la Ciudad de David, porque había servido bien a Israel y a Dios y su Templo.

Depravación de Joás

17 Después de que Joyadá murió, los oficiales de Judá se presentaron ante el rey para rendirle homenaje, y él escuchó sus consejos. 18 Abandonaron el Templo del Señor, Dios de sus antepasados, y adoraron las imágenes de Aserá y de los ídolos. Debido a este pecado, la ira de Dios cayó sobre Judá y Jerusalén. 19 El Señor envió profetas para que los exhortaran a volver a él, pero no les hicieron caso.

20 El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, y este, presentándose ante el pueblo, declaró: «Así dice Dios el Señor: ¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán. Como me han abandonado, yo también los abandonaré».

21 Pero ellos conspiraron contra Zacarías, hijo de Joyadá; entonces, por orden del rey, lo mataron a pedradas en el atrio del Templo del Señor. 22 Así fue como el rey Joás, no tomando en cuenta la bondad de Joyadá, mató a su hijo Zacarías, quien al morir dijo: «¡Que el Señor vea esto y te juzgue!».

23 Al cabo del año, las tropas arameas marcharon contra Joás, invadieron Judá y Jerusalén y, después de matar a los líderes del pueblo, enviaron todo el botín al rey de Damasco. 24 Aunque el ejército arameo era pequeño, el Señor permitió que derrotara a un ejército muy numeroso, porque los habitantes de Judá habían abandonado al Señor, Dios de sus antepasados. De esta manera Joás recibió el castigo que merecía. 25 Cuando los arameos se retiraron, dejando a Joás gravemente herido, sus servidores conspiraron contra él y lo mataron en su propia cama, vengando así la muerte del hijo del sacerdote Joyadá. Luego lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en el panteón de los reyes.

26 Los que conspiraron contra Joás fueron Zabad, hijo de Simat el amonita, y Jozabad, hijo de Simrit el moabita. 27 Todo lo relacionado con los hijos de Joás, con las muchas profecías en su contra y con la restauración del Templo de Dios, está escrito en el comentario sobre el libro de los reyes. Su hijo Amasías lo sucedió en el trono.

Reinado de Joás(A)

24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Beerseba. Los hechos de Joás fueron rectos a los ojos del Señor, mientras vivió el sacerdote Joiadá. Joiadá lo casó con dos esposas, de las que Joás tuvo hijos e hijas.

Algún tiempo después, Joás se propuso reparar el templo del Señor, para lo cual reunió a los sacerdotes y a los levitas y les dijo: «Salgan por las ciudades de Judá, y recojan de todos los israelitas dinero para reparar cada año el templo de Dios. Dense prisa en este asunto.» Pero los levitas no se dieron prisa. Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joiadá y le dijo:

—¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y Jerusalén la contribución que Moisés, el siervo del Señor, y la comunidad de Israel ordenaron recoger para la tienda de la alianza?

Porque Atalía, que era la maldad misma, y sus seguidores, habían penetrado en el templo de Dios y habían tomado para el culto de sus ídolos todos los objetos del templo del Señor. Entonces el rey mandó hacer un cofre, y lo colocaron junto a la puerta del templo del Señor, por fuera. Luego anunciaron por todo Judá y Jerusalén que se debía llevar al Señor la contribución que Moisés, el siervo del Señor, había ordenado a Israel en el desierto. 10 Y todos los jefes y todo el pueblo acudieron con gusto a depositar su contribución en el cofre, hasta llenarlo. 11 Los levitas llevaban el cofre al rey, para que lo examinara; y cuando veían que ya había bastante dinero, llegaban el cronista del rey y un inspector designado por el sumo sacerdote y vaciaban el cofre, y luego lo tomaban y lo volvían a colocar en su lugar. Así lo hacían diariamente, y recogían mucho dinero. 12 El rey y Joiadá entregaban ese dinero a los encargados de las obras del templo, para que contrataran canteros y carpinteros que repararan el templo del Señor. También debían contratar oficiales que trabajaran el hierro y el bronce, para reparar el templo. 13 Los encargados de las obras se pusieron a trabajar, y en sus manos progresó de tal modo la obra de reparación, que restauraron el templo de Dios según los planos originales y lo dejaron en buen estado. 14 Cuando terminaron, llevaron al rey y a Joiadá el dinero que sobró, y ellos mandaron hacer con él utensilios para el templo del Señor, tanto para los actos de culto como para holocaustos, y cucharones y otros utensilios de oro y plata. Mientras vivió Joiadá, se ofrecieron continuamente holocaustos en el templo del Señor.

15 Pero Joiadá envejeció, y siendo ya de edad muy avanzada, murió. Al morir tenía ciento treinta años; 16 y lo enterraron en la Ciudad de David, junto con los reyes, porque se había portado bien con Israel, con Dios y con su templo.

17 Después de la muerte de Joiadá, llegaron los jefes de Judá y rindieron homenaje al rey. Él se dejó aconsejar de ellos, 18 y ellos abandonaron el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y dieron culto a las representaciones de Aserá y a otros ídolos. Por este pecado el Señor se enojó contra Judá y Jerusalén. 19 Sin embargo, el Señor les envió profetas para hacer que se volvieran a él. Pero la gente no hizo caso a las amonestaciones de los profetas.

20 Entonces Zacarías, hijo del sacerdote Joiadá, fue poseído por el espíritu de Dios, se puso de pie en un lugar elevado y dijo al pueblo: «Dios dice: “¿Por qué no obedecen ustedes mis mandamientos? ¿Por qué se buscan ustedes mismos su desgracia? ¡Puesto que ustedes me han abandonado a mí, yo también los abandonaré a ustedes!”»

21 Pero ellos se pusieron de acuerdo contra él, y lo apedrearon por orden del rey en el atrio del templo del Señor. 22 El rey Joás olvidó la lealtad que Joiadá, el padre de Zacarías, le había demostrado, y mató a Zacarías, su hijo, quien en el momento de morir exclamó: «¡Que el Señor vea esto y pida cuentas por ello!»

23 En la primavera, el ejército sirio lanzó un ataque contra Joás, y después de avanzar hasta Judá y Jerusalén, exterminaron a todos los jefes de la nación, la saquearon y enviaron todas las cosas al rey de Damasco. 24 Sólo había llegado un pequeño destacamento del ejército sirio, pero el Señor entregó en manos de ellos un ejército muy numeroso, por haber abandonado al Señor, Dios de sus antepasados. Así Joás sufrió el castigo merecido.

25 Cuando los sirios se retiraron, dejándolo gravemente enfermo, sus funcionarios tramaron una conspiración contra él para vengar el asesinato del hijo del sacerdote Joiadá, y lo mataron en su propia cama. Después lo enterraron en la Ciudad de David, pero no en el panteón real. 26 Los de la conspiración contra él fueron Zabad hijo de Simat, un amonita, y Jozabad hijo de Simrit, un moabita.

27 Lo que se refiere a los hijos de Joás, a las muchas profecías contra él y a su restauración del templo de Dios, todo está escrito en el comentario del libro de los reyes. Después reinó en su lugar su hijo Amasías.

Restauración de la prosperidad de Jerusalén

33 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas (porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad): He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron. Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.

10 Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal, 11 ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia;(A) voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.

12 Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.

14 He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.(B)

17 Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel.(C) 18 Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.(D)

19 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 20 Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, 21 podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven.

23 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. 25 Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, 26 también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.

Jeremías amonesta a Sedequías

34 Palabra de Jehová que vino a Jeremías cuando Nabucodonosor rey de Babilonia y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra bajo el señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalén(E) y contra todas sus ciudades, la cual dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Ve y habla a Sedequías rey de Judá, y dile: Así ha dicho Jehová: He aquí yo entregaré esta ciudad al rey de Babilonia, y la quemará con fuego; y no escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado, y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y en Babilonia entrarás. Con todo eso, oye palabra de Jehová, Sedequías rey de Judá: Así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás a espada. En paz morirás, y así como quemaron especias por tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, las quemarán por ti, y te endecharán, diciendo, ¡Ay, señor! Porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.

Y habló el profeta Jeremías a Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalén. Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquis y contra Azeca; porque de las ciudades fortificadas de Judá estas habían quedado.

Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos

Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén para promulgarles libertad; que cada uno dejase libre a su siervo y a su sierva, hebreo y hebrea; que ninguno usase a los judíos, sus hermanos, como siervos. 10 Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los dejaron. 11 Pero después se arrepintieron, e hicieron volver a los siervos y a las siervas que habían dejado libres, y los sujetaron como siervos y siervas. 12 Vino, pues, palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre, diciendo: 14 Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le fuere vendido; le servirá seis años, y lo enviará libre;(F) pero vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído. 15 Y vosotros os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho pacto en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre. 16 Pero os habéis vuelto y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que habíais dejado libres a su voluntad; y los habéis sujetado para que os sean siervos y siervas. 17 Por tanto, así ha dicho Jehová: Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su compañero; he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la espada y a la pestilencia y al hambre; y os pondré por afrenta ante todos los reinos de la tierra. 18 Y entregaré a los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia, dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas; 19 a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro, 20 los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. 21 Y a Sedequías rey de Judá y a sus príncipes los entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, y en mano del ejército del rey de Babilonia, que se ha ido de vosotros. 22 He aquí, mandaré yo, dice Jehová, y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella y la tomarán, y la quemarán con fuego; y reduciré a soledad las ciudades de Judá, hasta no quedar morador.

Promesas de restauración

33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, cuando este aún se hallaba preso en el patio de la guardia: «Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados para levantar defensas contra las rampas de asalto y la espada: “Los babilonios[a] vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades.

»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Haré que vuelvan del cautiverio a Judá e Israel y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago; también temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo ofrezco”.

10 »Así dice el Señor: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo 11 el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, también la voz de los que traen al Templo del Señor ofrendas de acción de gracias y cantan:

»” ‘Den gracias al Señor de los Ejércitos,
    porque el Señor es bueno,
    porque su gran amor perdura para siempre’.

Haré que vuelvan del cautiverio de este país —afirma el Señor—, y volverán a ser como al principio”.

12 »Así dice el Señor de los Ejércitos: “En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. 13 En las ciudades de la región montañosa, de la llanura y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores”, dice el Señor.

14 »“Llegarán días —afirma el Señor—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice a Israel y a Judá.

15 »”En aquellos días y en aquel tiempo,
    haré que brote de David un Renuevo justo;
    él practicará la justicia y el derecho en el país.
16 En aquellos días Judá será salvo
    y Jerusalén morará segura.
Y será llamada así:
    ‘El Señor es nuestra justicia’ ”».

17 Porque así dice el Señor: «Nunca faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel. 18 Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano y presente sacrificios todos los días».

19 La palabra del Señor vino a Jeremías: 20 «Así dice el Señor: “Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo, 21 también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros. 22 Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David y la de los levitas, mis ministros, como las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar”».

23 La palabra del Señor vino a Jeremías: 24 «¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo y ya no lo consideran una nación. 25 Así dice el Señor: “Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra, 26 entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David; no habría escogido a uno de su linaje para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo haré volver a sus cautivos y les tendré compasión!”».

Advertencia al rey Sedequías

34 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él. «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará. Y tú no escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia; él te hablará cara a cara y serás llevado a su tierra’.

»”No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del Señor para ti. Así dice el Señor: ‘Tú no morirás a filo de espada, sino en paz. Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor!’ ”», afirma el Señor.

El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén. Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban: Laquis y Azeca. Porque solo quedaban esas ciudades de las fortificadas en Judá.

Liberación para los esclavos

La palabra del Señor vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío. 10 Todo el pueblo y los oficiales que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos. 11 Pero después cambiaron de idea y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado.

12 Una vez más la palabra del Señor vino a Jeremías: 13 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo hice un pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Ordené 14 que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo a ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado.[b] Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso. 15 Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi Nombre. 16 Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud”».

17 Por tanto, así dice el Señor: «No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por eso, yo proclamo contra ustedes una liberación», afirma el Señor. «Dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre. De esa manera, lo que les pase a ustedes servirá de escarmiento a todos los reinos de la tierra. 18 Puesto que han violado mi pacto y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al becerro que cortaron en dos y entre cuyos pedazos pasaron para sellar el pacto.[c] 19 A los líderes de Judá y de Jerusalén, a los oficiales de la corte, a los sacerdotes y a todos los que pasaron entre los pedazos del becerro, 20 los entregaré en manos de sus enemigos que atentan contra su vida. Sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo.

21 »A Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales, los entregaré en manos de sus enemigos que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, el cual se ha retirado por el momento. 22 Voy a dar una orden —afirma el Señor—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total ruina, sin habitantes».

Footnotes

  1. 33:5 Lit. caldeos.
  2. 34:14 Véanse Éx 21:2 y Dt 15:12.
  3. 34:18 Véase Gn 15:9-10,17-18.

Anuncio de esperanza

33 Mientras Jeremías todavía estaba preso en el patio de la guardia, el Señor se dirigió a él de nuevo, y le dijo: «Yo, el Señor, que hice la tierra, la formé y la coloqué firmemente en su sitio, te digo: Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes y misteriosas que tú ignoras. 4-5 Yo, el Señor, el Dios de Israel, tengo un mensaje acerca de las casas de Jerusalén y de las casas de los reyes de Judá que van a ser derribadas. El salir a pelear con espadas contra los caldeos que levantan rampas para atacar la ciudad, sólo servirá para llenarla de cadáveres. Yo, en mi terrible ira, los haré morir, porque he apartado mi rostro de esta ciudad a causa de las muchas maldades que han cometido. Pero los curaré, les daré la salud y haré que con honra disfruten de paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré para que vuelvan a ser como al principio. Los purificaré de todos los pecados que cometieron contra mí; les perdonaré todas las maldades que cometieron y con las que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí un motivo de alegría, honor y gloria ante todas las naciones de la tierra. Cuando ellas oigan hablar de todos los beneficios que voy a traer sobre los habitantes de Jerusalén, y de toda la prosperidad que le voy a dar, temblarán de miedo.»

10 El Señor dice: «Ustedes dicen que este lugar está desierto y que no hay en él hombres ni animales; que las calles de Jerusalén y las ciudades de Judá están vacías; y que nadie, ni hombres ni animales, vive allí. Pues bien, aquí se volverán a oír 11 los cantos de fiesta y alegría, y los cantos de los novios, y se oirá decir: “Den gracias al Señor todopoderoso, porque el Señor es bueno, porque su amor es eterno.” Y traerán al templo ofrendas de gratitud. Sí, yo cambiaré la suerte de este país, para que vuelva a ser como al principio. Yo, el Señor, lo afirmo.»

12 El Señor todopoderoso dice: «En este país que ahora está desierto, sin hombres ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos adonde los pastores lleven sus rebaños. 13 Tanto en las ciudades de la región montañosa como en las de la llanura, y en las del Négueb y del territorio de Benjamín, y en los alrededores de Jerusalén y en las demás ciudades de Judá, se volverá a ver a los pastores contando sus ovejas. Yo, el Señor, lo digo.»

14 El Señor afirma: «Llegará el día en que cumpliré las promesas de bendición que hice al pueblo de Israel y de Judá. 15 Cuando llegue ese tiempo y ese día, haré que David tenga un descendiente legítimo, que establecerá la justicia y la rectitud en el país. 16 En aquel tiempo Judá estará a salvo y Jerusalén vivirá segura. Éste es el nombre con que la llamarán: “El Señor es nuestra victoria.” 17 Yo, el Señor, digo: Nunca faltará un descendiente de David que ocupe el trono de Israel, 18 ni faltarán jamás sacerdotes descendientes de Leví que todos los días me ofrezcan holocaustos, quemen ofrendas de cereales en mi honor y me dediquen otros sacrificios.»

19 El Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 20 «Yo, el Señor, digo: Es imposible que deje de cumplirse la alianza que he hecho con el día y con la noche, de manera que el día y la noche dejen de llegar a su debido tiempo. 21 Del mismo modo, es imposible que deje de cumplirse mi alianza con mi siervo David, y que deje de haber un descendiente suyo que reine en su trono, o que deje de cumplirse mi alianza con mis ministros los sacerdotes descendientes de Leví. 22 Y a los descendientes de mi siervo David, y a mis ministros, los descendientes de Leví, los haré tan numerosos como las estrellas del cielo y los granos de arena del mar, que nadie puede contar.»

23 El Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 24 «¿No has notado que la gente dice que he rechazado a las dos familias que yo mismo había escogido, a Israel y Judá? ¡Por eso miran con desprecio a mi pueblo, y ya ni lo consideran una nación! 25 Pues yo, el Señor, digo: Yo, que he hecho una alianza con el día y con la noche, y que he fijado las leyes que gobiernan el cielo y la tierra, 26 jamás rechazaré a los descendientes de Jacob y de David mi siervo, ni dejaré de sacar de entre ellos a quienes gobiernen a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. Porque yo tendré compasión de ellos y haré que cambie su suerte.»

Mensaje al rey Sedequías

34 Cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército formado por gente de todas las naciones de la tierra sometidas a él, estaba atacando Jerusalén y todas las ciudades vecinas, el Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: «Yo, el Señor, el Dios de Israel, te ordeno que vayas a decirle a Sedequías, rey de Judá: “Así dice el Señor: Voy a hacer que el rey de Babilonia se apodere de esta ciudad y le prenda fuego. Tú no podrás escapar de caer en sus manos; te capturarán y te entregarán a él, y después de que te hayan llevado ante su presencia, serás llevado a Babilonia. Con todo, escucha, Sedequías, rey de Judá, lo que yo, el Señor, te voy a decir: No morirás a filo de espada. Morirás en paz, y quemarán perfumes en tus funerales, como los quemaron en los funerales de tus antepasados que reinaron antes de ti, y dirán: ¡Ay, señor!, haciendo lamentación por ti. Yo, el Señor, lo afirmo y doy mi palabra.”»

El profeta Jeremías repitió todo esto al rey Sedequías en Jerusalén. Entre tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba atacando Jerusalén, Laquis y Azecá, las únicas ciudades fortificadas de Judá que aún quedaban.

Violación de la alianza de libertar a los esclavos hebreos

El Señor se dirigió a Jeremías, después que el rey Sedequías hizo un pacto con todos los habitantes de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. El pacto establecía que los que tuvieran esclavos o esclavas hebreos los dejaran en libertad, para que nadie tuviera como esclavo a un compatriota judío. 10 Todos los jefes y todo el pueblo aceptaron los términos del pacto, y dejaron libres a sus esclavos y no los obligaron más a servirles. 11 Pero después se arrepintieron de haberles dado libertad, y los obligaron a volver y a servirles de nuevo como esclavos.

12 Entonces el Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 13 «Yo, el Señor, el Dios de Israel, hice una alianza con los antepasados de ustedes cuando los saqué de Egipto, donde servían como esclavos. Les ordené 14 que cada siete años dejaran libre a cualquier hebreo que se hubiera vendido a ellos y que les hubiera servido durante seis años. Pero sus antepasados no me hicieron caso ni me obedecieron. 15 Ahora ustedes habían cambiado de conducta, y habían hecho lo que a mí me agrada, al dejar en libertad a sus compatriotas esclavos. Y se comprometieron con una alianza hecho en mi presencia, en el templo que está dedicado a mí. 16 Pero después cambiaron de parecer y, profanando mi nombre, obligaron a los esclavos que habían dejado en libertad a volver y servirles de nuevo como esclavos. 17 Así pues, yo, el Señor, digo: Ustedes no me obedecieron, puesto que no dejaron en libertad a sus compatriotas esclavos; por lo tanto, ahora yo voy a dejar en libertad a la guerra, la peste y el hambre, para que hagan con ustedes algo que cause horror a todos los reinos de la tierra. Yo, el Señor, lo afirmo. 18-19 Los jefes de Judá y de Jerusalén, junto con los criados del palacio, los sacerdotes y todos los demás ciudadanos hicieron una alianza en mi presencia: partieron en dos un becerro y pasaron por entre las dos partes. Pero luego violaron la alianza y faltaron a su compromiso. 20 Por lo tanto, haré que ellos caigan en poder de sus enemigos mortales, y que sus cadáveres sirvan de comida a las aves de rapiña y a las fieras. 21 También haré que Sedequías, rey de Judá, y sus oficiales caigan en poder de sus enemigos mortales, en poder del ejército del rey de Babilonia, que ahora ha dejado de atacarles. 22 Voy a ordenarles que vuelvan contra esta ciudad y que la ataquen, que la tomen y le prendan fuego. Y haré que las demás ciudades de Judá queden desiertas y sin ningún habitante. Yo, el Señor, lo afirmo.»