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David se enojó mucho porque Dios le había quitado la vida a Uzá, partiéndolo en dos, y por eso llamó a ese lugar Peres-uzá. Pero luego sintió miedo y dijo: «Ya no me atrevo a cuidar el cofre de Dios».

10 Y David no se atrevió a llevar el cofre de Dios a Jerusalén, así que lo dejó en casa de Obed-edom, que vivía en Gat.

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