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32 Cuando enterraron a Abner en Hebrón, el rey se puso a gritar y a llorar junto a la tumba de Abner, y también lloró todo el pueblo. 33 Entonces el rey entonó esta elegía por Abner:

¿Tenías que morir, Abner,
de una muerte tan infame?
34 Tus manos estaban libres
y en tus pies no había cadenas.
Caíste como quien cae
a manos de criminales.

Y todo el pueblo siguió llorando por él.

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