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20 Arauna se asomó y, al ver que el rey y sus oficiales se acercaban, salió y, rostro en tierra, se postró delante de él.

21 ―Mi señor el rey —dijo Arauna—, ¿a qué debo el honor de su visita?

―Quiero comprarte la parcela —respondió David— y construir un altar al Señor para que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo.

22 ―Tome mi señor el rey y presente como ofrenda lo que mejor le parezca. Aquí hay bueyes para el holocausto, y hay también trillos y yuntas que puede usar como leña.

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