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Entonces los soldados de Joab salieron de Jerusalén en persecusión de Sebá hijo de Bicri. Lo acompañaron los cretenses, los peleteos y los mejores soldados del rey. Cuando llegaron cerca de la gran piedra que está en Gabaón, Amasa les salió al encuentro. Joab llevaba puesta su ropa de batalla, con una daga ceñida al cinto, la cual se le cayó al suelo mientras iba a encontrarse con Amasa. Y Joab le preguntó:

«¡Hola, hermano mío! ¿Todo está en orden?»

Acto seguido, Joab tomó a Amasa por la barba, como para besarlo.

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