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22 ―No hables de esa manera —exclamó David—. Este no es día para castigar, sino día de celebración. Una vez más soy el rey de Israel.

23 Y volviéndose a Simí le dijo:

―Te perdono la vida.

24-25 También llegó de Jerusalén Mefiboset, nieto de Saúl. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había cortado la barba desde el día en que el rey salió de Jerusalén. El rey le preguntó:

―¿Por qué no viniste conmigo, Mefiboset?

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