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Pero los soldados respondieron:

―No, no debes acompañarnos. Si tenemos que huir, el enemigo no se va a ocupar de nosotros. Y, aunque la mitad de nosotros muera, a ellos no les va a importar. ¡Pero tú vales por diez mil de nosotros![a] Así que es mejor que te quedes y nos apoyes desde la ciudad.

―Bien —dijo el rey—, haré lo que os parezca más conveniente.

Dicho esto, se puso a un lado de la entrada de la ciudad, mientras todos los soldados marchaban en grupos de cien y de mil. Además, el rey dio esta orden a Joab, Abisay e Itay:

―No me tratéis con dureza al joven Absalón.

Y todas las tropas oyeron las instrucciones que el rey le dio a cada uno de sus generales acerca de Absalón.

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Footnotes

  1. 18:3 tú vales por diez mil de nosotros (dos mss. hebreos; véanse también LXX y Vulgata); ahora hay diez mil como nosotros (TM).