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18 Pero un muchacho los vio e informó a Absalón. Por tanto, los dos se dieron prisa y llegaron a la casa de un hombre en Bajurim, quien tenía un pozo en su patio, y se metieron dentro de él. 19 La esposa tomó una manta, la extendió sobre la boca del pozo y tendió sobre ella grano trillado; y nada se supo del asunto. 20 Cuando los servidores de Absalón llegaron a la casa de la mujer, le preguntaron:

—¿Dónde están Ajimaas y Jonatán?

La mujer les respondió:

—Ya han pasado el depósito de agua.

Ellos los buscaron, pero no los hallaron; y se volvieron a Jerusalén.

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