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Simei decía maldiciéndolo:

—¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y hombre perverso! El SEÑOR ha hecho recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, en cuyo lugar has reinado. Pero el SEÑOR ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón, y he aquí que estás en desgracia, porque eres un hombre sanguinario.

Entonces Abisai, hijo de Sarvia, preguntó al rey:

—¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? ¡Por favor, déjame pasar, y le cortaré la cabeza!

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