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―¿Qué vas a hacer con todo esto? —le preguntó el rey.

Siba respondió:

―Los asnos son para que monte la familia del rey, el pan y la fruta son para que coman los soldados, y el vino es para que beban los que desfallezcan en el desierto.

Entonces el rey le preguntó:

―¿Dónde está el nieto de tu amo?

―Se quedó en Jerusalén —respondió Siba—. Él se imagina que ahora la nación de Israel le va a devolver el reino de su abuelo.

―Bueno —replicó el rey—, todo lo que antes fue de Mefiboset ahora es tuyo.

―¡A tus pies, mi señor y rey! —exclamó Siba—. ¡Que cuente yo siempre con tu favor!

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