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—¿Qué tienes? —le dijo el rey.

Ella respondió:

—Yo a la verdad soy una mujer viuda; mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos. Los dos riñeron en el campo, y como no había quien los separara, uno hirió al otro y lo mató. Y ahora toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: “Entrega al asesino de su hermano, para que lo hagamos morir por la vida del hermano a quien él mató, y matemos también al heredero.” Así apagarán el ascua que me ha quedado, y dejarán a mi marido sin nombre ni descendencia sobre la tierra.

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