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Me preguntó: “¿Quién eres tú?”. Le respondí: “Soy un amalequita”. Y me dijo: “Por favor, ponte a mi lado y mátame; porque la agonía se ha apoderado de mí, pero mi vida está todavía en mí”. 10 Entonces me puse a su lado y lo maté, porque sabía que él no podría vivir después de su caída. Luego tomé la diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que llevaba en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.

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