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Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa destrozada y la cabeza cubierta de polvo. Cuando llegó ante David, se postró en tierra e hizo una reverencia. David le preguntó:

— ¿De dónde vienes?

Y él le contestó:

— He logrado escapar del campamento israelita.

David le dijo:

— ¿Qué ha sucedido? Cuéntamelo.

Y él respondió:

— La tropa ha huido de la batalla y ha habido muchas bajas y muchos muertos entre la gente. También han muerto Saúl y su hijo Jonatán.

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