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y derrama aceite sobre su cabeza. Dile que el Señor lo ha ungido como rey de Israel. Tan pronto hagas esto, sal corriendo y no te detengas».

El joven profeta hizo lo que Eliseo le había dicho. Cuando llegó a Ramot de Galaad, encontró a Jehú sentado junto con otros jefes del ejército.

―Tengo un mensaje para usted, señor —le dijo.

―¿Para quién? —preguntó Jehú.

―Para usted —le respondió el joven profeta.

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