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Toma entonces el frasco, derrama el aceite sobre su cabeza y declárale: “Así dice el Señor: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’ ”. Luego abre la puerta y huye; ¡no te detengas!»

Acto seguido, el joven profeta se fue a Ramot de Galaad. Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo:

―Tengo un mensaje para el capitán.

―¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú.

―Para ti, mi capitán —respondió.

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