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Un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios y le dijo:

—Si Jehová abriera ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?

Él dijo:

—Tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello.

Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, y se decían los unos a los otros:

—¿Por qué estamos aquí esperando la muerte? Si tratamos de entrar en la ciudad, moriremos en ella, por el hambre que hay en la ciudad; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora y pasémonos al campamento de los sirios: si ellos nos dan la vida, viviremos, y si nos dan la muerte, moriremos.

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