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Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, se le cayó el hierro del hacha al agua, y dio voces diciendo:

—¡Ay, señor mío! ¡Era prestada!

El hombre de Dios preguntó:

—¿Dónde cayó?

Le mostró el lugar. Y él cortó un palo, lo echó allí e hizo flotar el hierro. Entonces dijo:

—Tómalo.

Y él extendió la mano y lo tomó.

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