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Entonces Naamán llegó con sus caballos y su carro, y se detuvo ante la puerta de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero que le dijo:

—Ve, lávate siete veces en el Jordán, y tu carne te será restaurada, y serás limpio.

11 Naamán se enfureció y se fue diciendo:

—He aquí, yo pensaba que seguramente él saldría, que puesto de pie invocaría el nombre del SEÑOR su Dios, y que moviendo su mano sobre el lugar sanaría la parte leprosa.

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