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14 Así que Naamán hizo lo que el hombre de Dios había dicho. Bajó y se lavó en el Jordán siete veces, ¡y quedó puro y limpio! Su piel se volvió tan suave como la de un bebé.

15 Naamán y su gente volvieron para ver al hombre de Dios. Se detuvo ante Eliseo y le dijo:

—Mira, ahora sé que no hay ningún otro Dios en el mundo, excepto en Israel. Acepta un regalo de mi parte, por favor.

16 Pero Eliseo le dijo:

—Te aseguro como que existe el SEÑOR, al cual yo sirvo, que yo no aceptaré ningún regalo.

Naamán trató de obligar a Eliseo a que aceptara el regalo, pero Eliseo lo rehusó.

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