2 Reyes 4
La Palabra (España)
El milagro del aceite
4 Una mujer, casada con uno de la comunidad de profetas, fue a suplicar a Eliseo:
— Mi marido, servidor tuyo, ha muerto; y tú sabes que era un hombre religioso. Ahora ha venido el acreedor a llevarse a mis dos hijos como esclavos. 2 Eliseo le dijo:
— ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.
Ella respondió:
— Sólo me queda en casa una alcuza de aceite.
3 Eliseo le dijo:
— Sal a pedir vasijas a todas tus vecinas, vasijas vacías en abundancia. 4 Cuando vuelvas, te encierras en casa con tus hijos, empiezas a echar aceite en todas esas vasijas y pones aparte las llenas.
5 La mujer se marchó y se encerró en casa con sus hijos. Ellos le acercaban las vasijas, y ella echaba el aceite. 6 Cuando llenó todas las vasijas, pidió a uno de sus hijos:
— Acércame otra vasija.
Pero él le dijo:
— Ya no quedan más.
Entonces se agotó el aceite. 7 La mujer fue a contárselo al profeta y este le dijo:
— Ahora vende el aceite, paga a tu acreedor y con el resto podréis vivir tú y tus hijos.
Eliseo y la sunamita
8 Un día Eliseo pasó por Sunán y una mujer rica que vivía allí le insistió para que se quedase a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba por allí, se detenía a comer. 9 La mujer dijo a su marido:
— Mira, creo que ese que nos visita cada vez que pasa es un profeta santo. 10 Vamos a construirle en la terraza una habitación pequeña con una cama, una mesa, una silla y un candil, para que se aloje en ella cuando venga a visitarnos.
11 Un día que Eliseo llegó allí, subió a la terraza y se acostó en la habitación. 12 Luego dijo a su criado Guejazí:
— Llama a esa sunamita.
Él la llamó y cuando se presentó ante él, 13 Eliseo ordenó a su criado que le dijese:
— Ya que te has tomado todas estas molestias por nosotros, dinos qué podemos hacer por ti. ¿Necesitas pedir algo al rey o al jefe del ejército?
Pero ella respondió:
— Vivo a gusto entre mi gente.
14 Eliseo insistió:
— ¿Qué podríamos hacer por ella?
Entonces Guejazí sugirió:
— No sé. No tiene hijos y su marido es viejo.
15 Eliseo dijo:
— Llámala.
La llamó y ella se quedó en la puerta. 16 Eliseo le dijo:
— El año que viene por estas fechas estarás abrazando a un hijo.
Ella respondió:
— ¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu servidora!
17 Pero la mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo al año siguiente por aquellas fechas, tal como le había anunciado Eliseo.
18 El niño creció. Un día, en que salió a ver a su padre que estaba con los segadores, 19 le dijo:
— ¡Me estalla la cabeza!
El padre ordenó a un criado:
— Llévaselo a su madre.
20 El criado lo llevó a su madre y ella lo tuvo sentado en su regazo hasta el mediodía. Pero el niño murió. 21 La mujer lo subió, lo acostó en la cama del profeta, cerró la puerta y salió. 22 Luego llamó a su marido y le dijo:
— Mándame a un criado con una burra; quiero ir corriendo a ver al profeta y regresaré inmediatamente.
23 Él le preguntó:
— ¿Cómo es que vas a visitarlo hoy, si no es luna nueva ni sábado?
Ella contestó:
— No te preocupes.
24 La mujer aparejó la burra y ordenó a su criado:
— Llévame, camina y no me detengas hasta que yo te lo ordene.
25 Partió y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Al verla de lejos, el profeta dijo a su criado Guejazí:
— Por ahí viene la sunamita. 26 Corre a su encuentro y pregúntale como están ella, su marido y su hijo.
Ella respondió:
— Estamos bien.
27 Cuando llegó al monte en donde estaba el profeta, ella se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo:
— Déjala, que está llena de amargura. El Señor me lo había ocultado, sin hacérmelo saber.
28 Ella le dijo:
— ¿Acaso te pedí yo un hijo? ¿No te advertí que no me engañaras?
29 Eliseo ordenó a Guejazí:
— Prepárate, coge mi bastón y ponte en camino. Si encuentras a alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pones mi bastón en la cara del niño.
30 La madre del niño le dijo:
— Juro por el Señor y por tu vida, que no me iré sin ti.
Entonces Eliseo se levantó y partió detrás de ella. 31 Guejazí se les había adelantado y había puesto el bastón sobre la cara del niño, pero no obtuvo respuesta ni señales de vida. Entonces salió al encuentro de Eliseo y le dijo:
— El niño no ha despertado.
32 Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto y acostado en su cama. 33 Pasó a la habitación, cerró la puerta tras de sí y se puso a orar al Señor. 34 Luego se subió a la cama y se tendió sobre el niño, poniendo boca sobre boca, ojos sobre ojos y manos sobre manos. Mientras estaba tendido sobre él, el cuerpo del niño empezó a entrar en calor. 35 Eliseo se bajó y se puso a andar de un lado para otro. Luego volvió a subirse y a tenderse sobre él. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió los ojos. 36 Entonces Eliseo llamó a Guejazí y le dijo:
— Llama a la sunamita.
La llamó, y ella se presentó ante Eliseo, que le dijo:
— Toma a tu hijo.
37 Ella se acercó, se echó a sus pies, le hizo una reverencia, tomó al niño y se fue.
La comida envenenada
38 Eliseo regresó a Guilgal y por entonces había mucha hambre en la región. Los profetas estaban sentados a su alrededor y él ordenó a su criado:
— Pon al fuego la olla grande y prepara un guiso para los profetas.
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, encontró un arbusto silvestre y llenó su manto con sus frutos. Cuando volvió, los troceó y los echó a la olla del guisado sin saber lo que era. 40 Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el guiso, se pusieron a gritar:
— ¡La comida está envenenada, hombre de Dios!
Y no pudieron comer. 41 Entonces Eliseo ordenó:
— Traedme harina.
La echó en la olla y dijo:
— Sirve a la gente, para que coman.
Y desapareció el veneno de la olla.
La multiplicación de los panes
42 Por entonces llegó un hombre de Baal Salisá a traer al profeta el pan de las primicias: veinte panes de cebada y grano nuevo en su alforja. Eliseo ordenó:
— Dáselo a la gente para que coma.
43 Pero el criado respondió:
— ¿Cómo puedo dar esto a cien personas?
Y Eliseo insistió:
— Dáselo a la gente, para que coma; pues el Señor ha dicho que comerán y sobrará.
44 Entonces el criado les sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
2 Reyes 4
Reina-Valera 1960
El aceite de la viuda
4 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3 Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
Eliseo y la sunamita
8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. 9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. 10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.
11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. 12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. 13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. 16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; 19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. 20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. 21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió. 22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. 23 Él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.[a] Y ella respondió: Paz. 24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. 25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo.
Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. 26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien. 27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. 28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí? 29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño. 30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. 31 Él entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. 33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. 34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. 36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. 37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
Milagros en beneficio de los profetas
38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. 39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era. 40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. 41 Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. 43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. 44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.
Footnotes
- 2 Reyes 4:23 Aquí equivale a sábado.
列王纪下 4
Chinese New Version (Traditional)
以利沙幫助寡婦還債
4 一位先知門徒的妻子哀求以利沙說:“你僕人我的丈夫死了,你知道你的僕人是敬畏耶和華的。現在債主來要抓我的兩個孩子作他的奴僕。” 2 以利沙對他說:“我可以為你作甚麼呢?告訴我,你家裡有甚麼呢?”她說:“婢女家中除了一瓶油以外,甚麼也沒有。” 3 以利沙說:“你到外面去向你所有的鄰居借空器皿,要盡量多借。 4 然後回去,把你和你兒子關在家裡,你要把油倒在所有器皿裡面,裝滿了的就放在一邊。” 5 於是婦人離開了他,把自己和兒子關在門內;她的兒子不住地把器皿拿到她面前,她就把油倒進去。 6 器皿都倒滿了的時候,她對兒子說:“再拿一個器皿給我。”他對她說:“再沒有器皿了。”油就止住了。 7 她去告訴神人,神人說:“你去把油賣掉,還清你的債務,你和你的兒子可以靠著剩下的過活。”
書念婦人接待以利沙
8 有一天,以利沙經過書念的時候,那裡有一位貴婦堅持留他吃飯;於是以後每逢他從那裡經過,他總進去吃飯。 9 那婦人對她的丈夫說:“你看,我知道那常從我們這裡經過的,是個聖潔的神人。 10 讓我們蓋一間有牆的小閣,為他在裡面擺設睡床、桌子、椅子和燈盞;他到我們這裡來的時候,就可以到那裡休息。” 11 有一天,以利沙來到那裡,就上小閣休息,在那裡躺下。 12 他對他的僕人基哈西說:“你去叫這書念的婦人來。”於是他叫了她來,站在他的面前。 13 他對他的僕人說:“你對她說:‘看哪!你為我們費了這麼多心思。我可以為你作些甚麼呢?你有事要我替你向王或軍長說的嗎?’”她說:“我住在自己的人民中間。” 14 於是他說:“我到底可以為她作些甚麼呢?”基哈西說:“她沒有兒子,而她的丈夫又老了。” 15 於是以利沙對他說:“再叫她來。”他就再去叫了她來,她就站在門口。 16 以利沙說:“明年這個時分,時候到了,你必懷抱一個兒子。”她說:“神人哪!不要欺哄你的婢女。”
蒙恩生子
17 這婦人果然懷了孕,到明年這個時分,時候到了,她就生了一個兒子,正如以利沙對她所說的。
孩子中暑死亡
18 孩子漸漸長大。有一天,他出來到收割的人中找他的父親。 19 他對他的父親說:“我的頭啊!我的頭啊!”他的父親對僕人說:“把他抱到他母親那裡。” 20 於是僕人把他抱著,送到他母親那裡。孩子坐在他母親的雙膝上,到中午就死了。 21 她把孩子抱上小閣,放在神人的床上;她把他關在裡面,就出去了。 22 她呼喚她的丈夫,說:“請你派一個僕人和一頭驢子給我。我要趕到神人那裡,立刻就回來。” 23 他說:“為甚麼你要在今天去見他呢?今天既不是月朔,也不是安息日。”她說:“一切都平安。” 24 於是她把驢套上鞍,對她的僕人說:“你來趕驢子走吧,除非我告訴你,否則不要因為我慢下來。” 25 於是她起程,去到迦密山神人那裡。神人從遠處看見她的時候,就對他的僕人基哈西說:“看哪!書念的婦人在那邊呢! 26 現在你跑去迎接她,對她說:‘你平安嗎?你的丈夫平安嗎?你的兒子平安嗎?’”她說:“都平安。” 27 她來到山上神人那裡,就抱住神人的腳;基哈西上前要推開她,但神人說:“由她吧,因為她的心靈很痛苦。耶和華隱瞞我,沒有告訴我。” 28 她說:“我有向我主求過兒子嗎?我不是說過:‘不要欺哄我’的嗎?”
使死去的孩子復活
29 神人對基哈西說:“你束上腰,手裡拿著我的手杖前去;不論遇見的是誰,都不要向他問安;若是有人向你問安,你也不要回答他,只要去把我的手杖放在孩子的臉上。” 30 孩子的母親說:“我指著永活的耶和華和你的性命起誓,我決不會離開你。”神人只好起身隨她而去。 31 基哈西在他們前面去了,把手杖放在孩子的臉上,可是沒有聲音,也沒有反應;於是他回來迎著以利沙,告訴他說:“那孩子還沒有醒過來。” 32 以利沙來到書念婦人的家,看見孩子已經死了,躺在他的床上。 33 於是他進去,把自己和孩子二人關在門內,然後向耶和華禱告。 34 他又上床伏在孩子身上,使自己的口對著孩子的口,自己的眼對著孩子的眼,自己的手放在孩子的手上;他伏在孩子身上,孩子的身體就漸漸溫暖起來。 35 然後他下來在房內來回走了一趟,再上去,伏在孩子身上;那孩子打了七個噴嚏,跟著就張開了眼睛。 36 神人呼喚基哈西,說:“你去叫那書念的婦人來。”他就去叫她,她來到他那裡,他就說:“把你的兒子抱起來。” 37 於是她進去,在他的腳前下拜,俯伏在地上;然後把兒子抱起來,出去了。
以利沙以麵解毒
38 以利沙又回到吉甲,那地正發生饑荒。先知的門徒坐在他面前。他對他的僕人說:“把大鍋放在火上,給先知的門徒們煮點東西吃。” 39 有一個人到田野那裡去採摘野菜。他找到一棵野瓜藤,就摘下藤上的野瓜裝滿了他的衣服。他回來,把瓜切了放入煮東西的鍋中,他們不知道是甚麼東西。 40 後來他們倒出來給眾人吃,他們在吃鍋裡的東西的時候,都慘叫起來,說:“神人哪!鍋中有致死的毒物!”他們就不能吃了。 41 他說:“拿些麵給我。”他把麵放在鍋中,說:“倒出來給眾人吃吧。”鍋裡就沒有毒了。
二十個餅給一百人吃飽
42 有一個人從巴力.沙利沙來,他帶給神人二十個用初熟大麥做的餅,還有新穗子,裝在他的袋子裡;以利沙說:“把這些給眾人吃吧!” 43 他的僕人說:“我怎能把這一些食物擺在一百個人面前呢?”神人說:“給眾人吃吧,因為耶和華這樣說:‘他們要吃,而且還有剩下的。’” 44 於是僕人擺在眾人面前,他們都吃,而且還有剩下的,正如耶和華所說的。
2 Reyes 4
Dios Habla Hoy
El milagro del aceite
4 Cierta mujer, que había sido esposa de uno de los profetas, fue a quejarse a Eliseo, diciéndole:
—Mi marido ha muerto, y usted sabe que él honraba al Señor. Ahora el prestamista ha venido y quiere llevarse a mis dos hijos como esclavos.
2 Eliseo le preguntó:
—¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.
Ella le contestó:
—Esta servidora de usted no tiene nada en casa, excepto un jarrito de aceite.
3 Entonces Eliseo le dijo:
—Pues ve ahora y pide prestados a tus vecinos algunos jarros, ¡todos los jarros vacíos que puedas conseguir! 4 Luego métete en tu casa con tus hijos, cierra la puerta y ve llenando de aceite todos los jarros y poniendo aparte los llenos.
5 La mujer se despidió de Eliseo y se encerró con sus hijos. Entonces empezó a llenar los jarros que ellos le iban llevando. 6 Y cuando todos los jarros estuvieron llenos, le ordenó a uno de ellos:
—Tráeme otro jarro más.
Pero su hijo le respondió:
—No hay más jarros.
En ese momento el aceite dejó de correr. 7 Después fue ella y se lo contó al profeta, y éste le dijo:
—Ve ahora a vender el aceite, y paga tu deuda. Con el resto podrán vivir tú y tus hijos.
Eliseo y la mujer de Sunem
8 Un día en que Eliseo pasó por Sunem, una mujer importante que allí vivía lo invitó con mucha insistencia a que pasara a comer. Y cada vez que Eliseo pasaba por allí, se quedaba a comer. 9 Entonces ella le dijo a su marido:
—Mira, yo sé que este hombre que cada vez que pasa nos visita, es un santo profeta de Dios. 10 Vamos a construir en la azotea un cuarto para él. Le pondremos una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando él venga a visitarnos, podrá quedarse allí.
11 Una vez en que llegó a ese cuarto para quedarse a dormir en él, 12 le dijo a Guehazí, su criado:
—Llama a la señora sunamita.
El criado la llamó, y cuando ella se presentó ante él, Eliseo ordenó al criado:
13 —Dile a esta señora que ha sido tan amable con nosotros, que si podemos hacer algo por ella; que si quiere que hablemos en su favor con el rey o con el jefe del ejército.
—Yo estoy bien aquí entre mi propia gente —respondió ella.
14 —Entonces, ¿qué podemos hacer por ella?
—No sé —respondió Guehazí—. No tiene hijos, y su marido es anciano.
15 —Llámala —dijo Eliseo.
El criado fue a llamarla, pero ella se quedó de pie en la puerta. 16 Entonces Eliseo le dijo:
—Para el año que viene, por este tiempo, tendrás un hijo en tus brazos.
Ella respondió:
—No, mi señor, no engañe un hombre de Dios a su servidora.
17 Pero tal como Eliseo se lo anunció, ella quedó embarazada y al año siguiente dio a luz un hijo. 18 Y el niño creció. Pero un día en que salió a ver a su padre, que estaba con los segadores, 19 comenzó a gritarle a éste:
—¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!
Entonces su padre dijo a un criado:
—Llévalo con su madre.
20 El criado lo tomó y lo llevó a donde estaba su madre, la cual lo sentó sobre sus rodillas hasta el mediodía. Entonces el niño murió. 21 Pero ella lo subió al cuarto del profeta, lo puso sobre la cama y salió, dejando cerrada la puerta. 22 Luego llamó a su marido y le dijo:
—Envíame un criado con una asna, para que yo vaya a ver al profeta. Luego volveré.
23 —¿Por qué vas a verlo hoy? —preguntó su marido—. No es luna nueva ni sábado.
—No te preocupes —contestó ella.
24 Y ordenó que le aparejaran el asna, y dijo a su criado:
—Vamos, adelántate. Y hasta que yo te lo diga, no hagas que me detenga.
25 Así ella se fue y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Cuando Eliseo la vio venir a lo lejos, dijo a Guehazí, su criado:
—Mira, es la señora sunamita. 26 Corre a recibirla y pregúntale cómo está, y cómo están su marido y su hijo.
El criado fue, y ella le dijo que estaban bien. 27 Luego llegó al monte en donde se encontraba Eliseo, y se abrazó a sus pies. Guehazí se acercó para apartarla, pero Eliseo le ordenó:
—Déjala, porque está muy angustiada, y hasta ahora el Señor no me ha dicho lo que le ocurre.
28 Entonces ella le dijo:
—Señor, ¿acaso le pedí a usted tener un hijo? ¿No le pedí a usted que no me engañara?
29 Eliseo dijo entonces a Guehazí:
—Prepárate, toma mi bastón y ve allá. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego coloca mi bastón sobre la cara del niño.
30 Pero la madre del niño dijo a Eliseo:
—Juro por el Señor, y por usted mismo, que de aquí no me iré sin usted.
Entonces Eliseo se fue con ella. 31 Mientras tanto, Guehazí se había adelantado a ellos y había colocado el bastón sobre la cara del muchacho, pero éste no daba la menor señal de vida; así que Guehazí fue al encuentro de Eliseo y le dijo:
—El niño no vuelve en sí.
32 Cuando Eliseo entró en la casa, el niño ya estaba muerto, tendido sobre la cama. 33 Entonces entró, y cerrando la puerta se puso a orar al Señor. Sólo él y el niño estaban adentro. 34 Luego se subió a la cama y se acostó sobre el niño, colocando su boca, sus ojos y sus manos contra los del niño y estrechando su cuerpo contra el suyo. El cuerpo del niño empezó a entrar en calor. 35 Eliseo se levantó entonces y anduvo de un lado a otro por la habitación; luego se subió otra vez a la cama y volvió a estrechar su cuerpo contra el del niño. De pronto el muchacho estornudó siete veces, y abrió los ojos. 36 Eliseo llamó a Guehazí, y le dijo:
—Llama a la señora sunamita.
Guehazí lo hizo así, y cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, éste le dijo:
—Aquí tienes a tu hijo.
37 La mujer se acercó y se arrojó a los pies de Eliseo; luego tomó a su hijo y salió de la habitación.
El milagro de la comida
38 Después de esto, Eliseo regresó a Guilgal. Por aquel tiempo hubo mucha hambre en aquella región, y una vez en que los profetas estaban sentados alrededor de Eliseo, dijo éste a su criado: «Pon la olla grande en el fuego, y haz un guisado para los profetas.»
39 Uno de ellos salió al campo a recoger algunas hierbas, y encontró un arbusto silvestre del cual tomó unos frutos, como calabazas silvestres, con los que llenó su capa. Cuando volvió, los rebanó y los echó dentro del guisado, sin saber lo que eran. 40 Después se sirvió de comer a los profetas, y al empezar a comer el guisado, ellos gritaron:
—¡Profeta, este guisado está envenenado!
Y ya no lo comieron. 41 Pero Eliseo ordenó:
—Tráiganme un poco de harina.
Y echando la harina dentro de la olla, ordenó:
—¡Ahora sírvanle de comer a la gente!
Y la gente comió, y ya no había nada malo en la olla.
42 Después llegó un hombre de Baal-salisá llevando a Eliseo veinte panes de cebada recién horneados, y trigo fresco en su morral. Eliseo ordenó entonces a su criado:
—Dáselo a la gente para que coma.
43 Pero el criado respondió:
—¿Cómo voy a dar esto a cien personas? Y Eliseo contestó:
—Dáselo a la gente para que coma, porque el Señor ha dicho que comerán y habrá de sobra.
44 Así pues, el criado les sirvió, y ellos comieron y hubo de sobra, como el Señor lo había dicho.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
Chinese New Version (CNV). Copyright © 1976, 1992, 1999, 2001, 2005 by Worldwide Bible Society.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

