25 y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Solo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla.

26 El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros armados con espada con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar. 27 Tomó entonces a su hijo primogénito, que había de sucederlo en el trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.

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