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Pero que no se les pida cuenta del dinero cuyo manejo se les confía, porque ellos proceden con fidelidad.

Entonces el sumo sacerdote Hilquías dijo al escriba Safán:

—He hallado el libro de la Ley en la casa del SEÑOR.

E Hilquías entregó el libro a Safán, y este lo leyó.

Entonces el escriba Safán fue al rey y le dio informes diciendo:

—Tus siervos han vaciado el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en manos de los que hacen la obra, los que están encargados de la casa del SEÑOR.

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